lunes, 9 de marzo de 2009

¿Que hay tras la venta de comida en calle Catedral?

Recientemente tuve la suerte de visitar Perú y escuchar el discurso de la nueva ministra del Interior, Ester Cabanillas. Entre otros temas, el día 18 de febrero, se refirió a la venta de comida en las calles de Lima señalando que perseguiría resueltamente a aquellos que pretendieran estar “sobre la ley” y hacer comercio evadiendo impuestos y responsabilidades contractuales con el Estado Peruano.

En primer lugar, es razonable pensar que el comercio de comidas es una práctica habitual en el Perú y que lleva a una ministra a pronunciarse públicamente acerca de ella. Sin embargo para Cabanillas, más que una utilidad pública o carácter folclórico de este comercio, lo asoció inmediatamente con el debilitamiento del Estado por la evasión tributaria que implicaba y por el desorden (en el sentido de no pedir ni esperar respuesta antes de instalar un puesto de venta de comidas directamente en la calle). En este sentido, tuve también la oportunidad de ver actuar a la PNP (Policía Nacional Peruana) y al Serenazgo (Policía Municipal) en contra de comerciantes de comida.

En tanto escuchaba a Cabanillas y observaba como se ejecutaban las primeras medidas contra los comerciantes en las calles de Lima, me topé con TVN y una breve aunque regular cobertura a las medidas del alcalde de Santiago Pablo Zalaquet en relación al comercio de comida en calle Catedral.

Ambas situaciones me llevaron a escribir algunas reflexiones que hoy gusto compartir con ustedes en virtud de mejorar el encuentro entre peruanos y chilenos, pero por sobre todo, proponer una perspectiva de la inmigración peruana en Chile que deje de lado los eslóganes, y por sobre todo, el reduccionismo y la simpleza con que en ocasiones se trata el tema.

Inmigración, problema de mayorías.
Si hay algo que es posible aprender leyendo literatura acerca de migración, es que no es un “asunto” de los inmigrantes, sino de las sociedades de acogida. Lo que sucede en ellas, el racismo, la xenofobia y la discriminación, tienen especial interés no sólo para el inmigrante, quien en ultima instancia padece las consecuencias de estas manifestaciones, sino especialmente respecto al vecindario, al grupo más cercano de personas que tienen contacto con él.

Desde la forma en que se le habla (más allá del plano valorativo o moral, que en ocasiones no hace sino crear una pseudo igualdad más bienintencionada que eficaz) y presenta al inmigrante, hasta la atención especial que se le presta a sus prácticas más triviales.

Pienso que la atención puesta al comercio de comida en la calle Catedral por parte de comerciantes de variadas nacionalidades, nos muestra la manera en que la sociedad chilena aborda la cuestión inmigratoria. Ya se han cumplido cerca de 18 años desde que se comenzara a registrar un flujo de inmigrantes peruanos hacia Chile y aún la sociedad chilena, se muestra sorprendida, perpleja o culpable cuando se tratan manifestaciones como el comercio y/o las precarias situaciones materiales en que viven algunos inmigrantes en la región metropolitana. Para hacer más patética esta situación debo agregar que muchos de aquellos que se conduelen por televisión descubren que son vecinos de aquellos inmigrantes, que viven en iguales condiciones materiales y que no se les presta la menor atención.

Esto nos dice que la inmigración aún es una cuestión a la que se le resta importancia (salvo si es retratada en las condiciones en las que acabamos de hacer mención) y de la que no se quiere hablar con profundidad. Sin esta discusión a fondo de la inmigración (que significa abordar causas, características de los inmigrantes, derechos, ciudadanía, regulación y por cierto conocer las opiniones y propuestas de los propios inmigrantes acerca de la sociedad chilena) resulta estéril tomar decisiones respecto a cuestiones puntuales, como por ejemplo el comercio de inmigrantes en la calle Catedral.

Si bien la presidenta Michelle Bachelet difundió en el mes de septiembre del año 2008, un instructivo presidencial sobre inmigración en el que se propone la creación de un consejo asesor de inmigración, la modificación del actual cuerpo legal o ley de extranjería, ante un año electoral como este 2009, se le ven pocas posibilidades a los servicios públicos de complementar estas medidas con acciones específicas de integración institucional de los inmigrantes.

El asunto de la venta de comidas no hace sino apuntar hacia la dirección contraria en la que se orientan las medidas del gobierno, la inmigración no es una cuestión de minorías sino de mayorías, repito, por lo que mejorar los accesos de los inmigrantes a la institucionalidad pública resulta insuficiente, si no tomamos medidas en dirección a formar en diversidad, derribar mitos (como ese absurdo de la “invasión de inmigrantes en Chile” o el desgastado y necio “nos vienen a quietar el trabajo”) a la población local.

Comercio, estrategia de sobrevivencia.
Por otra aparte pienso que con frecuencia se olvida que el comercio informal constituye un trabajo. Un trabajo es una actividad que cumple una función social que va en beneficio de otros y que confiere dignidad a quien la lleva adelante debido a su carácter propio de trabajo.

También se olvida con frecuencia que este trabajo es una opción laboral que no se genera sino en un mundo de alta flexibilidad laboral, con periodos prolongados de cesantía, trabajos de mala calidad, sueldos bajos y una crisis económica en ciernes. En este sentido permite sobrevivir, cosa que no es menor en este actual escenario económico, que parecen desconocer los economistas cegatones.

Finalmente se olvida que el comercio constituye una oportunidad y que es expresión de intercambio cultural desde tiempos inmemoriales; que su función social se encuentra ligada al espacio público y abierta al intercambio.

Como comercio pienso que las medidas que se tomen en Santiago respecto a la actividad en calle Catedral, deberían tener una orientación social más que economicista (reubicación, potenciación a través del microcrédito etc), a la vez que considerar que, el comercio de comida, no es sino un aspecto superficial.

Avances en normativa.
La ley de extranjería en Chile merece un breve alcance porque constituye el marco legal que recibe a los inmigrantes y que, en cierta medida, establece las normas básicas de interacción con el país de acogida.

Fue promulgada el año 1974, cuando el régimen militar pretendía asegurar sus fronteras externas. Entre otras cosas se puede señalar que posee un marcado componente de control y regulación y que se nutre de componentes de la doctrina de seguridad nacional.

A todas luces la situación del país es otra a la de 1974 por lo que resulta injustificable el mantenimiento de una legislación migratoria en la que están ausentes conceptos como la integración o la ciudadanía.

Abordajes de la situación en los Municipios.
Fenómenos complejos como la inmigración deberían llevar a los Municipios (espacios en los que se concentran las habitaciones de los inmigrantes formando barrios al interior de otros barrios) a hacer algo más respecto a la situación social de los inmigrantes. Hacer algo más significa hacer algo diferente a lo estipulado en la ley de Municipalidades como fines sociales; interactuar con organismos de estado y entidades privadas para abordar la situación.

Para los municipios la tarea es abordar la gestión de las diferencias de la población a la que se deben desde una perspectiva técnica seria y no meramente con medidas políticas efectistas, mediáticas que una vez tomadas no hacen sino agravar los problemas y aumentar las diferencias.
El Municipio que sea capaz de tomar y dar cuenta de este desafío, podrá decir que cuenta con una gestión moderna, que piensa en el futuro y que cuenta con un estándar de calidad mundial.