Pero, a una semana de iniciados los paros sindicales, y ante la profundización, extensión y masificación de las protestas –se calcula que en la jornada de ayer más de tres millones de personas participaron en las marchas de inconformidad–, la situación política de Sarkozy empieza a ser angustiosa, y lo será más en tanto no se normalice la vida pública. Si las mayorías francesas permanecen movilizadas, el gobernante no tendrá más remedio que echar marcha atrás en su iniciativa de despojo a los pensionados. Cabe esperar que así sea. (más)
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