Uno de los principales desafíos que enfrenta actualmente la política social está
dado por lograr dar cuenta de la complejidad de los nuevos escenarios sociales en que
actúa, a través de respuestas que garanticen calidad.
Si el desafío de los años noventa estaba dado por aumentar coberturas de
programas y llegar a aquellos que si bien tenían derechos, tenían accesos reducidos, hoy
en día el reto más importante se encuentra dado por diferenciar intervenciones. Hoy no
todo es lo mismo en el mundo de las intervenciones sociales estatales y las personas
crecientemente demandan servicios cada vez más personalizados a la vez que una
participación más activa.
Ante este requerimiento, se hace preciso reflexiones que logren posicionar
conceptos capaces de rendir en estos nuevos escenarios y, simultáneamente, señalar
nuevos caminos para intervenciones sociales complejas, avaladas por el Estado, que
logren promover y combinar gobernabilidad con altos estándares de calidad, a la vez que
evitar lógicas de control (jerárquicas) y avanzar en aquellas de coordinación social, de
carácter más bien heterárquico.
En este contexto el gobierno local adquiere suma preponderancia, no sólo
entendido como agente administrador de un territorio especifico, sino como ámbito en el
que se despliegan, efectivamente, intervenciones sociales en sintonía con las necesidades
más inmediatas de los ciudadanos y se coordinan éstas con el sistema político.
A esto es preciso adicionar el sistemático interés mostrado por la política pública
durante la última mitad de los años 90’s por establecer mecanismos de traspaso de
responsabilidades y recursos a los municipios en virtud de convenios como
ChileSolidario, programas de vivienda o Sename. (más)
dado por lograr dar cuenta de la complejidad de los nuevos escenarios sociales en que
actúa, a través de respuestas que garanticen calidad.
Si el desafío de los años noventa estaba dado por aumentar coberturas de
programas y llegar a aquellos que si bien tenían derechos, tenían accesos reducidos, hoy
en día el reto más importante se encuentra dado por diferenciar intervenciones. Hoy no
todo es lo mismo en el mundo de las intervenciones sociales estatales y las personas
crecientemente demandan servicios cada vez más personalizados a la vez que una
participación más activa.
Ante este requerimiento, se hace preciso reflexiones que logren posicionar
conceptos capaces de rendir en estos nuevos escenarios y, simultáneamente, señalar
nuevos caminos para intervenciones sociales complejas, avaladas por el Estado, que
logren promover y combinar gobernabilidad con altos estándares de calidad, a la vez que
evitar lógicas de control (jerárquicas) y avanzar en aquellas de coordinación social, de
carácter más bien heterárquico.
En este contexto el gobierno local adquiere suma preponderancia, no sólo
entendido como agente administrador de un territorio especifico, sino como ámbito en el
que se despliegan, efectivamente, intervenciones sociales en sintonía con las necesidades
más inmediatas de los ciudadanos y se coordinan éstas con el sistema político.
A esto es preciso adicionar el sistemático interés mostrado por la política pública
durante la última mitad de los años 90’s por establecer mecanismos de traspaso de
responsabilidades y recursos a los municipios en virtud de convenios como
ChileSolidario, programas de vivienda o Sename. (más)
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