miércoles, 15 de diciembre de 2010

En busca de un equivalente funcional en Luhmann para el concepto de Integración Social.

Existen conceptos capaces de crear realidades de carácter total. Esta característica totalizante se expande y proyecta a través de dispositivos de intervención específicos hasta que es acosado por ciertas interrogantes, ciertas preguntas apremiantes, capaces de imponer, en ocasiones, otros conceptos igualmente totalizadores.

Uno de estos conceptos es el de integración social. Desde Durkheim es posible hablar de una sociedad total que se impone a los actores sociales promoviendo mecanismos de integración de éstos a la sociedad, pero ¿es el tipo de sociedad que pensó Durkheim el que nos impele hoy en día?, ¿es sostenible en la actual sociedad un concepto de integración social total?, ¿son aptas las intervenciones sociales que dicen apuntar a la integración social viables en la sociedad actual? El problema de la integración social se inscribe al interior de los debates relativos a la sociedad moderna en razón de los diversos paradigmas políticos que participan de él: el comunitarismo (Kimlicka), el liberalismo (Rawls), el socialdemócrata (Habermas), el neoconservadurismo (Hayek) y el posmoderno (Lyotard). Cada uno de estos enfoques apunta, entre otros temas, a dar respuesta a la cuestión de la integración social.

Es tal vez Niklas Luhmann uno de los teóricos contemporáneos que se impone en el debate (originado en el concepto de integración social), debido a la originalidad de su planteamiento y a la fertilidad que ofrece su perspectiva. La distinción luhmannianana inclusión/exclusión no sólo es una aplicación de la distinción sistema/entorno sino dos caras de una distinción que explican los procesos al interior de un tipo de sociedad funcionalmente diferenciada.

En lo que sigue nos proponemos describir brevemente el planteamiento generado por Luhmann en torno a la distinción inclusión/exclusión enfatizando que es el paso de un tipo de sociedad estamentaria a una funcionalmente diferenciada lo que señala la emergencia desde un concepto de integración social totalizante a uno de inclusión/exclusión más bien paradojal donde las ideas tradicionalmente asociadas a la democracia como libertad, igualdad y fraternidad más bien parecen quedar ancladas en una semántica humanista que en lugar de cimentar y proyectar respuestas a la integración social, más bien la debilitan y relativizan. Finalizaremos con algunas preguntas abiertas que intentan guiar reflexiones futuras.

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I. Integración en sociedades pre-modernas: la noción de integración y exclusión total.

¿De qué manera alguien está incluido o excluido?: ¿como ser humano, como asalariado, como consumidor, como ciudadano? Las ideas democráticas por excelencia, tales como libertad, equidad y derechos humanos, los cuales resuenan emparejados con conceptos tales como inclusión, ciudadanía e integración, sufren de una falta de claridad conceptual cuando son usados para describir realidades sociales complejas y específicas.

El tema de la unidad de una sociedad diferenciada ha ocupado la tarea de los teóricos sociales de manera recurrente. Durkheim hizo del concepto de solidaridad el fundamento de su respuesta al problema de la homogeneidad de las partes que componen sistemas diferenciados, es decir, su integración. Luhmann señala que “el concepto de integración acompaña a la teoría de la diferenciación, por así decirlo, en la sombra, conservando un status conceptual poco claro” (Luhmann, 1998:168).

A partir de la creciente diferenciación social, las posibilidades de integración de los sistemas sociales son bajas (Rodríguez y Arnold, 1991). De esta manera, el pensamiento luhmanniano concibe los conceptos de inclusión y de exclusión relacionados con el formato de diferenciación social. Son definidas las maneras de diferenciación como normas para la repetición de las diferencias de inclusión y exclusión en la sociedad, pero al mismo tiempo, son formas que se presuponen que toman parte en la diferenciación y sus reglas de inclusión, sin ser también excluidos de ella.

En este sentido, cobran relevancia ambos lados de la distinción, tornándose la inclusión la forma que adquiere la formación de sistemas dentro del sistema (Luhmann, 2007:171). La inclusión, por lo tanto, se refiere al modo y manera de indicar en el contexto comunicativo a los seres humanos o sea, tenerlos por relevantes (Luhmann, 2007).

De acuerdo a Luhmann, es pertinente hablar de inclusión si hay exclusión (la inclusión como la cara interna de una forma, cuya cara externa es la exclusión). Únicamente la existencia de personas o grupos no integrables hace visible la cohesión social y hace posible especificar las condiciones para ello. Pero también, en la medida en que las condiciones de inclusión se especifican como formas de orden social es posible denominar el caso opuesto de los excluidos (Luhmann, 2004).

La inclusión y la exclusión adquieren formas diversas según el modo de diferenciación de la sociedad. Las condiciones de inclusión serán covalentes con la estructura dominante de diferenciación de la sociedad. Así dentro de sociedades segmentadas, estratificada y funcionalmente diferenciadas encontraremos diferentes condiciones de inclusión. Es así que en sociedades segmentarias la inclusión de la persona ocurre mediante su inserción en un segmento determinado (la familia, por ejemplo): la inclusión está estrictamente regulada, por ejemplo, a través de las reglas del matrimonio. En la transferencia hacia otra tribu se efectúa la exclusión del propio segmento, pero es prácticamente imposible sobrevivir fuera de la sociedad, es decir, fuera de los segmentos (Luhmann, 2007).

En el caso de las sociedades estratificadas, es la pertenencia al estrato el que especifica la pertenencia a la sociedad; dicha pertenencia al estrato se efectúa mediante el tronco familiar de origen (Corsi, Espósito y Baraldi, 1996); en cierta medida el estrato estabiliza quien es digno de participar en la comunicación y quien ha de ser tratado de forma diferente. La inclusión va por un carril paralelo al de la ubicación social de la cual un individuo deriva su estatus social y su “individualidad”. Al mismo tiempo, la regulación inclusión/exclusión permanece situada en el nivel segmentario de las familias: siempre se pertenece a un determinado estrato como miembro de una familia particular y no como individuo. Por lo tanto, la inclusión dentro de un estrato particular presupone siempre el ser parte de una familia. De la misma manera, ser excluido de los lazos familiares significa de inmediato la exclusión del estrato social, dentro del cual se nació como parte de una familia.

En ambos tipos de sociedad descritas por Luhmann (2007), segmentadas y estratificadas, las demarcaciones de la inclusión y la exclusión coinciden con las fronteras entre individuos. En este sentido, ambos tipos de sociedad apoyan lo que Braeckman llama “the principle of full inclusion (and full exclusion): an individual or a person either is a full member of the societal subsystem (family or state) or is completely left out. In any case, the individual never has any significance by itself; it always derives its social meaning from the subsystems to which it belongs –or from the fact that it lacks such a social embedding” (Braeckman, 2006: 18).


II. Integración en sociedades funcionalmente diferenciadas: la distinción luhmanniana inclusión/exclusión.

Con la diferenciación funcional de la sociedad moderna, ingresan otros presupuestos sobre la participación en la comunicación que restan relevancia a las diferencias de rango de la estratificación, de esta manera, “la inclusión moderna encuentra sus correlaciones semánticas en los postulados de la libertad y de la igualdad (…) sin embargo todavía no dicen mucho sobre la estructura que determina la inclusión y la exclusión” (Corsi, Espósito y Baraldi, 1996: 93).

Si bien la inclusión/exclusión continúa siendo determinada por los subsistemas sociales –ahora sistemas funcionales- los límites de la diferenciación societal está vez se ligan al individuo el que ahora participa de varios subsistemas, es decir, al mismo tiempo y el mismo individuo participa como votante, consumidor, estudiante, músico amateur, en el sistema político, el económico, el académico y el de las artes (Braeckman, 2006). Se vuelve imposible asignar individuos exclusivamente a un sistema. Los sistemas funcionales no excluyen individuos ni grupos, si bien el acceso a cada sistema está condicionado por pre-condiciones determinadas por el mismo sistema, éstas no excluirían a nadie a priori. Contrario a la estratificación pre-moderna todos los individuos tienen acceso a todos los sistemas funcionales. La sociedad confía la inclusión social a la regulación autónoma de los sistemas funcionales.

Para su estructura de inclusión, la sociedad moderna ha desarrollado correlatos semánticos, principalmente desde el siglo XVIII las nociones de libertad e igualdad, conceptos con los que la sociedad expresa la general accesibilidad a los sistemas funcionales (Luhmann, 1998, 2007). Estos conceptos simbolizan la inclusión universal (Allinklusion). El posterior desarrollo desde el siglo XVIII hasta nuestros días de las nociones de libertad. Igualdad y derechos humazos por parte de intelectuales y teóricos sociales ha dado lugar a descripciones de la sociedad que sueña con una total inclusión sin exclusión.

Luhmann observa una lógica totalitaria es este hecho, señalando el uso ideológico de la tríada libertad, igualdad y derechos humanos (Luhmann, 2007). Se trataría de una lógica que comprende la distinción inclusión/exclusión como un antagonismo y que por tanto tiende y fomenta la inclusión del “individuo” a la “sociedad”, a través de la supresión de las formas de exclusión. Desde esta lógica totalitaria todas las exclusiones son entendidas sistemáticamente como problemas residuales, siendo interpretadas de esta forma y volviéndose incapaces de cuestionar la lógica totalitaria (Luhmann, 2007). De esta manera, los correlatos semánticos de la libertad y de la igualdad dan cuenta de la imprevisibilidad de las inclusiones y de sus consecuencias. Con la igualdad de los presupuestos para contactar con los específicos sistemas funcionales y la libertad de decisión con respecto a dicha toma de contacto, no se alude a otra cosa sino a que desigualdades o condicionamientos del uso de la libertad sólo pueden justificarse si parten del respectivo sistema funcional mismo (Luhmann, 1998: 177).

La sociedad funcionalmente diferenciada se caracteriza por producir y tolerar desigualdades extremas en la distribución de bienes y servicios (Luhmann, 1998: 180), en ella son cada vez más los excluidos y cuentan cada vez con menos recursos. Simultáneamente aquellos incluidos: introducen formas de estabilización, las cuales, aprovechando parasitariamente las oportunidades ofrecidas por estos ámbitos de prestación, crean característicos mecanismos de inclusión y exclusión para mantener en pie este entramado (Luhmann, 2004:180).

Esta paradoja inclusión/exclusión es constitutiva de la estabilidad estructural en las sociedades funcionalmente diferenciadas. Como señala Clarisa Hardy respecto a la realidad de América Latina, los indicadores sociales en los diversos países de Latinoamérica nos revela actualmente que la década pasada constituye un punto de inflexión con respecto al pasado inmediatamente anterior y las sociedades experimentan, con distintas velocidades y avances dada la heterogeneidad de los países de la región, un proceso de tránsito desde la exclusión social a la integración desigual (Hardy 2003:270).

Para las sociedades funcionalmente diferenciadas, es característico que el individuo ya no es definible por la inclusión, sino exclusivamente por la exclusión (Luhmann, 2007). En la modernidad, el individuo cae fuera de la sociedad: su punto de partida es uno de exclusión y no uno de inclusión (Luhmann, 2007).En este momento, por lo tanto, la inclusión se vuelve un problema. Como se planteaba anteriormente, el individuo como tal ya no pertenece a la sociedad, y su relación con ella se cuestiona. Para Luhmann este es el origen de la “naturaleza trágica” de la relación entre individualidad moderna y sociedad (Luhmann, 1998b).

Desde una visión luhmanniana, señala Braeckman, el paso de una sociedad segmentario y/o estratificada a una funcionalmente diferenciada envuelve la situación estándar de cada individuo de no estar (totalmente) incluido, sino (parcialmente) excluido (Braeckman, 2006). Tal constatación traería consigo dos consecuencias principales:

(1) el problema más apremiante ya no son las causas de la exclusión –siendo de todas formas la exclusión el punto de partida- sino las posibilidades y limitaciones de la inclusión;
(2) se vuelve más claro que el ámbito de la integración social no coincide con el problema de la inclusión social, y que, a la inversa, desintegración social no debería estar relacionada de manera directa con la exclusión.

Para graficar lo anterior, podemos tomar el ejemplo señalado por Luhmann en su libro La Sociedad de La Sociedad: el asilo, el hospicio, las correccionales, el nuevo régimen penitenciario funciona en el modo indicado: todos aquellos que no “encajan” en la sociedad (“dentro” de la sociedad) son expulsadas de ella y son localizados en un dominio de exclusión, si bien esta ocurre bajo el pretexto de su rehabilitación: en la forma de una inclusión (Luhmann, 2007).


III. Algunas conclusiones sobre las aportaciones de la distinción inclusión/exclusión a la manera de pensar la integración.

El corpus teórico de Luhmann permite distinguir un concepto de inclusión que no requiere ni pide ninguna clase de imperativo moral, en este sentido, se diferencia del concepto de integración pre-moderno, que supone que lo moralmente positivo –para la sociedad y las personas que la componen- es la integración social. Por otra parte, el concepto de inclusión en Luhmann no excluye la exclusión como factor componente de la inclusión, cosa que ocurre en el concepto de integración, como cuando se habla de índices de integración o desintegración social, por ejemplo.
La complejidad de los actuales contextos de intervención social hace referencia, entre otros elementos, a una sociedad funcionalmente diferenciada (Luhmann, 2007) en la que la inclusión no puede, ni podrá, ser alcanzada de manera total y completa. Contrario a ello, la semántica de la política social parece empeñarse en la integración (o alguno de sus múltiples sinónimos) como promesa a los destinatarios de su oferta.

Si pensamos, por ejemplo, en los programas sociales actuales, podríamos señalar que una tensión sustantiva parece atravesar la nueva generación de políticas de protección social legada por la pasada década de los noventa: incluir en complejos contextos de exclusión. Como analizan Larrañaga y Contreras: la reforma de las pensiones no modifica el régimen de las pensiones contributivas, ni las entidades que administran los fondos previsionales; la reforma de la salud no supone una distribución interna de cotizaciones ni modifica la estructura de la salud privada; la subvención preferencial no altera los mecanismos de elección y competencia en el sistema educacional (Larrañaga y Contreras, 2010: 16).

Ante este escenario, ¿sería posible plantear que las políticas sociales están construidas en torno a una semántica de integración social al modo descrito por Luhmann?, es decir aquel constructo conceptual y valórico que, emanado a partir de conceptos como igualdad y libertad, indican y promueven la accesibilidad universal a los sistemas funcionales; y si esto es así ¿qué consecuencias trae para la política social y para la intervención social?. En suma, al concluir el recorrido por algunos de los planteamientos luhmannianos para el tema en cuestión, nos preguntamos por las posibilidades de comprender la problemática de in-exclusión social desde la lógica luhmanniana contenida en la distinción inclusión/exclusión y cómo ello daría forma a intervenciones sociales con nuevos rendimientos en escenarios sociales complejos, como el de una sociedad funcionalmente diferenciada con altos índices de desigualdad.

Si bien no pretendemos responder estas preguntas en las posibilidades de este texto, si sería posible señalar que la teoría de sistemas de Niklas Luhmann se presenta como una lógica teórica pertinente para la observación de fenómenos complejos, entre ellos lo concerniente a las preguntas por la inclusión y la exclusión social. Como señala Darío Rodríguez: el interés de la teoría luhmanniana se encuentra en la pregunta por otras posibilidades, no actualizadas, pero que podrían haberlo sido y en los equivalentes funcionales que podrían ofrecer soluciones comparables a un mismo problema (Rodríguez en Luhmann, 1997: xiii).

De esta manera, la distinción inclusión/exclusión (Luhmann, 1998; 2007) puede ser propuesta como equivalente funcional de la integración social para, desde este nuevo lugar teórico, adentrarnos en nuevas formas de ver, pensar y nombrar intervenciones sociales.
Carla Petautschnig
Trabajadora Social
UTEM
C Mágister en Trabajo Social
Pontificia Universidad Católica de Chile

BIBLIOGRAFIA

Corsi, Giancarlo, Esposito Elena y Baraldi Claudio. Glosario sobre la teoría social de Niklas Luhmann. Editorial Anthropos/Universidad Iberoamericana. México. 1996.
Braeckman, Antoon, 2006. Niklas Luhmann´s systems theoretical redescription of the inclusion/exclusion debate. En: Philosophy Social Criticism 2006. Vol 32 No 1. Pags. 65-88. Recuperado de http://psc.sagepub.com/cgl/content/abstarct/32/1/65 con fecha 22/09/2010.
Hardy, Clarisa (Editora), 2004. Equidad y protección social. Desafíos de Políticas Sociales en América Latina. Ediciones LOM. Santiago de Chile.
Larrañaga, Osvaldo y Contreras, Dante, 2010. A ocho años de su inicio ¿qué hacer con Chile Solidario? En: Grupo de Política Social. Año 2 / No. 3 / Junio 2010
Luhmann, Niklas, 1997. Organización y decisión. Autopoiesis, acción y entendimiento comunicativo. Editorial Antrophos. Barcelona.
Luhmann, Niklas. 2007. Sociedad de la Sociedad. Editorial Herder, Universidad Iberoamericana. México D.F.
Luhmann, Niklas. Observaciones de la modernidad. Racionalidad y contingencia en la sociedad moderna. Paidos ediciones. Barcelona España 1997.
Luhmann, Niklas, 1998. Complejidad y Modernidad. Trotta, Madrid.
Rodríguez Darío y Arnold, Marcelo. Sociedad y Teoría de Sistemas. Editorial Universitaria. 1era Edición. Santiago, 1991.

1 comentario:

Unknown dijo...

Muchas gracias por la contribución y el tiempo que te tomaste para escribir este trabajo. Leí ya varias veces tu artículo y que me esta sirviendo de base para una tarea de la escuela. Saludos y un abrazo.