lunes, 10 de enero de 2011

¿De qué hablamos cuando hablamos de sensibilización?

Consultando a la RAE acerca del verbo sensibilizar, — luego de asistir a una anestesiante charla pseudo académica, pseudo funcionaria, pseudo política, etc —, arribé a la raíz latina de la palabra: sensibilis, es decir, y como dice el incorregible diccionario, se refiere a hacer sensible, o dicho de otra manera, representar de forma sensible.

¿Por qué me di a la tarea de buscar el significado del verbo sensibilizar?
Porque me parece una de esas palabras “comodín”, que usan los malos expositores para referirse a cualquier cosa y a ninguna a un tiempo.

Los auditores inocentes o de mala fe, hacen como si no oyeran estas palabras, las dan por supuestas. Todo el mundo debe entender lo que se dice cuando se dicen cosas como: “nuestra tarea es sensibilizar a la población respecto a tal o cual importante asunto (…)”. Si sabemos cuál es el sentido del verbo sensibilizar, veamos ahora si se encuentra en sintonía con ella, las prácticas que dicen hacerle razón en la práctica.

Llaman “sensibilizar” algunos operadores sociales, especialmente aquellos afanados en “prácticas comunitarias” —otro concepto comodín que no hace sino ocultar simplemente el activismo político—, a mostrar, a través de acciones concretas (que van desde el teatro callejero a los llamados de atención) un contenido.

La idea es que el sujeto, el oyente, “cambie” su forma de pensar acerca del asunto a través de la experiencia sensible de la acción, de la palabra. ¿No es esto lo suficientemente ingenuo como para sospechar?.

¿Es posible y/o justo que se gaste dinero pensando que las personas cambian a través de discursos o acciones sensibilizadoras?. Yo creo que no, en primer lugar porque el mecanismo que explicaría el cambio en las personas es demasiado rudimentario: sensibilizar se refiere a hacer sensible, no a la forma en que se hace, no se enfatizaría lo primero (el contenido) sino lo segundo, las acciones, transformándose la “sensibilización” en algo meramente fáctico. Es así como, entonces, sensibilizar, sería sinónimo de “hacer cosas” que muestren contenidos previamente seleccionados por los operadores.

Lo que me preocupa de las acciones de sensibilización que dicen llevar adelante los programas no tiene que ver ni con el contenido ni con la forma en que se expresan, sino con la forma en que miden los impactos de estas acciones de sensibilización, es decir, los indicadores en los que se expresa la representación de lo sensible.
Es distinto decir sensible construyendo dispositivos conceptuales capaces de medir los impactos fácticos de las acciones emprendidas, que decir simplemente, sensiblería.

Crítica al concepto de sensibilización (instalar en el lenguaje), advocacy, ej: prostitución infantil v/s explotación sexual infantil. Explotación sexual infantil—capitalismo (en su variante neoliberal)—cuestión social---ideología…del interventor, del intervenido.


Ángel Marroquín Pinto
Magíster en Trabajo Social
Pontificia Universidad Católica de Chile

3 comentarios:

Alexa dijo...

Una palabra más que no usaré después de leerte. Gracias porque reduces mi vocabulario y porque me animas a pensar, hacer y ser diferente.

Alexandra

Anónimo dijo...

buenos dias me podrias aclarar porfavor la sensibilizacion soy estudiante y no comprendi con claridad creo entender pero necesitaria una explicacion mas simple ( si comprendi a ver:; la sensibilizacion busca que el oyente cambie su forma de pensar por medio de una experiencia sensible de la accion, ( pero dices que es ingnuo pensar que un oyente cambie su forma de pensar a travez de acciones sensibilizadoras )

Anónimo dijo...

Relativamente me gusto el articulo, porque la sensibilizaciòn, no puede quedar solo en una charla, tiene que complementarse con las acciones que puedan ser reales, palpables ejecutadas, no quedar solo en el discurso o en la promesa, sebe ser de acción inmediata llevar un seguimiento y por etapas donde algunas veces los resultados no son visibles y veces creemos como ejecutor que quedan en la nada, pero quizás con el tiempo en cada ser humano como una huella dactilar, se vean los resultados, no existe un cronómetro para medirlo, sino la vivencia personal de cada ser o individuo.