miércoles, 7 de mayo de 2008

Otro y discurso

Discursos políticos, sus alcances


En el ámbito público, es decir aquel espacio simbólico y mediático (en que se construye la "cosa pública"), circulan diferentes discursos (todos ellos políticos, alusivos, por tanto), relativos a Otros, por lo que no resulta imposible, a primera vista, distinguir y co-construir, diferentes formas de enunciación. En la presente oportunidad nos centraremos en aquellas que aluden a la figura del o la "inmigrante".


Antes de detallarlas es necesario hacer algunas salvedades:


La enunciación es simbólica, por lo tanto, trasunta conducta, materialidad por lo tanto diremos; razón (no inocua), por lo cual no podemos desligarla de la simbología asociada al inmigrante “económico” proveniente de un país vecino o al migrante “turista” proveniente de un país desarrollado, por ejemplo.


Por otro lado, es desigual la circulación de contenidos políticos en los medios de comunicación tradicionales en el país, máxime cuando presentan una concentración en sectores políticamente conservadores y donde se manifiestan discursos alternativos en forma marginal a los circuitos con mejor y mayor acceso a las grandes audiencias, diganestas algo o se limiten a comunicar contenidos mas o menos solitarios.


Los discursos asociados a la inmigración pueden ser divididos, desde el prisma político, en dos; aquellos que fomentan la exclusión social del inmigrante y aquellos que se sitúan discursivamente desde una postura inclusiva.



1) Discursos de exclusión


Los discursos de exclusión buscan, en primer lugar, justificar la exclusión de los inmigrantes de los derechos, servicios, bienes, información, del territorio o sociedad de “acogida”. Entre los discursos de este carácter tenemos los siguientes:


Discursos hegemónicos, (políticamente conservadores): Es el discurso que se centra en la generación y refuerzo psicológico del miedo al Otro, al diferente. En este sentido el migrante es visto como una amenaza, un peligro social y su llegada al territorio interpretada como una invasión donde el inmigrante es visto como parte de un proceso de alienación cultural a la que es sometida la cultura “oficial” del país. El objetivo central de este tipo de discursos es el de promover el control social de la migración.


Discursos utilitarios, (políticamente socialdemócratas): El objetivo central de ésta clase de discursos es el control social de la migración, lo que se busca con ella es la “adaptación” del inmigrante a la sociedad de acogida. Esta adaptación se traduce básicamente en su sometimiento al mercado laboral (mercado desregulado y crecientemente feminizado). Se le reconoce al migrante importancia respecto al plano exclusivamente económico. Para esta clase de discursos la migración es un componente del desarrollo económico insoslayable pero que se debe controlar y evitar sus efectos indeseados.


Discursos asistenciales, (políticamente humanista): Para esta clase de discursos el inmigrante es visto como objeto de “caritas”; personajes a los que es necesario ayudar haciéndolos previamente objeto de ayuda. Por lo general es el discurso que se puede encontrar como justificador de la acción social por los migrantes que llevan adelante instituciones de carácter religioso.


Discursos culturalistas, (políticamente progresistas): Esta clase de discursos centran su atención en las “minorías culturales”, quienes precisarían ser integradas en la sociedad de acogida. Este tipo de discursos puede llegar a tener un gran peso político respecto a sus demandas. Centran su atención discursiva en el plano cultural y su acción a través de organizaciones de migrantes.


Todos estos discursos respecto a la migración comparten algunas características. En primer lugar hacen del inmigrante objeto del que se habla y no sujeto con quien se habla. En segundo lugar la construcción del nosotros es reactiva al otro, es decir, no lo incorpora, más bien tiende a justificar y agudizar posturas de exclusión y segregación.



2) Discursos de inclusión


Los discursos que se plantean a partir de la construcción inclusiva pueden surgir de diversas fuentes, entre ellas:




  • Un enfoque centrado en los derechos humanos: Esta perspectiva responde eminentemente a lo jurídico y propone considerar al inmigrante como sujeto de derechos inalienables y universales. Se cimienta sobre la construcción de un nosotros como agentes comunes de derechos humanos compartidos y universales.



  • Un enfoque centrado en la clase social: Estos enfoques se centran en el carácter laboral de la migración y plantean la construcción de un nosotros como trabajadores, con derechos y demandas de carácter universales y universalizables.



  • Un enfoque centrado en lo político como ciudadanía: Para este enfoque es preciso e imprescindible discutir primariamente acerca de lo que se entiende comúnmente por ciudadanía, es preciso, dicen, re inventarla, ya que no puede existir ciudadanía con excluidos. Para quienes sostienen este enfoque, la ciudadanía debe ser global, intercultural y centrada en la residencia más que en las nacionalidades arraigadas en países de origen y/o de destino.



Chile, discursos asociados a la Doctrina de Seguridad Nacional


En Chile es posible proponer un discurso político circulante relativo al inmigrante que gire sobre el eje de la doctrina de seguridad nacional, corpus ideológico que inspiró, desde la Escuela de las Américas, a la mayor parte de las dictaduras que se llevaron adelante en América Latina durante el período de la guerra fría (y durante los periodos en que se dictaron los corpus-Decretos Ley- que dieron origen a las legislaciones de migración en América del Sur como es el caso de Chile, Argentina y Brasil) y que proponía la purga interna en los países en los que se ejercitó, de cualquier ideología que pusiera en cuestión la necesidad de un Estado autoritario.


La doctrina propone la existencia al interior del país de entidades disruptivas e ideológicamente contrarias al orden que pretende imponer la dictadura. Es así como materialmente se propone el control del derecho de reunión, la delación e incluso la tortura, pues el Estado cautela el bienestar de la población y pretende liberarlos de este “enemigo interno” que se encuentra en cualquier parte y en ninguna a la vez.


Simbólicamente la figura del enemigo interno es posible de ser trasladado según las necesidades del régimen: es el enemigo quien atenta contra el orden establecido por el control, por lo tanto, es éste último quien decide el rostro del enemigo interno. En este sentido la figura del inmigrante proyecta la de otro Estado nación y su accionar es visto como atentatorio contra el estado de arribo.


Es así como hoy, la categoría enemigo interno (el símil de la figura del “terrorista”que propone Norteamérica y que cruza fronteras en pos de la perpetración de un atentado), ayer ideológico (marxista, comunista etc.), hoy pasa a pluralizarse, diversificarse: la penetran y colonizan jóvenes de sectores marginales, minorías sexuales, mapuches, anarquistas, encapuchados e inmigrantes.


El caso de los inmigrantes, como enemigos internos, específicamente gira en torno a la violación de normativas insertas en la Ley de Extranjería y Migración. Aún cuando permanentemente a través de los medios de comunicación de masas se les asocia a conductas delictuales: clonación de teléfonos celulares, falsificación de documentos, trata de blancas y trasgresiones a la legislación laboral.


La categoría de enemigo interno, propugnada por la doctrina de seguridad nacional hoy, en democracia, ha dado pie al endurecimiento de penas respecto específicamente a delitos contra la propiedad privada. Ley antiterrorista, la Ley de seguridad interior son aplicadas a quienes ponen en cuestión lo que Lechner denominó “la fascinación del orden”, donde, según el autor: “El orden es seguridad: la vida es no-muerte, el orden es no-caos. La seguridad es lo dado, lo infinito, lo presente. La seguridad gana al miedo. Para tener seguridad hay que desterrar al miedo. Para tener orden hay que destruir al desorden. La vida mata a la muerte. A través de la muerte ganamos la vida. El orden tiene que matar para vivir, para sobrevivir”.


Siguiendo a Bataille, Lechner, señala la experiencia de continuidad que se expresa al momento de construir política desde la subjetividad como posibilidad de articulación de la política como dicha continuidad, es decir, la potencia, la fuerza que permite a la comunidad perseverar en sí misma, darse a sí misma continuidad.



Discursos Asociados al Otro Migrante en la comuna de Santiago de Chile


Si interrogáramos a los discursos circulantes hoy en relación a la “inmigración” en la comuna de Santiago, éstos nos mostrarían direcciones como éstas:


1. Aquellos discursos que señalan que la población peruana que reside en la comuna de Santiago es la más numerosa: Aún cuando ésta población no es la más numerosa en el país (sino que es la Argentina), se busca imponer una visión de la migración internacional donde la figura del “inmigrante” peruano es la dominante. Se ve aquello que el discurso muestra, se homogeneiza y generaliza desde allí.


2. Aquellos discursos que apuntan a mostrar al inmigrante como un ser que llega sin nada, desposeído y que más bien viene a buscar, apropiarse de algo. A través de esta clase de discursos se busca evidenciar que el migrante no aporta sino que quita, es por lo tanto, un necesitado. Bajo ésta concepción se presupone que no existe una cultura (más bien se la disminuye e invisibiliza) que porte el migrante, menos aún que es relevante y que la pone a disposición de la comunidad en todo movimiento.


3. Aquellos discursos que criminalizan a la población extranjera en general y a la peruana en especial vinculándola a actos delictuales (consumo abusivo de alcohol, robos, trata de blancas o tráfico de drogas, episodios de VIF, prostitución, promiscuidad sexual). Este tipo de discurso es el que predomina y estimula la televisión.

Los discursos acerca del Otro construyen realidad y, en el caso del migrante, van determinando la percepción, opinión de sentido común, que sobre una “comunidad de inmigrantes” se manifiesta, aún cuando esta visión es unilateral y dominante, ya que se ignora concientemente cual es la opinión del migrante respecto a la sociedad a la cual arriba.

La imagen correponde al seminario innovación





Si aceptamos que un proceso de significación se da en el lenguaje, podemos comprender que el valor-signo que Baudrillard propone (junto al valor de uso, de cambio y signo) se halla asociado a una enunciación en un ritual o a un actor particular. Porta una connotación. Jean Baudrillard. Crítica de la Economía Política del Signo.

Lechner Norbert. La conflictiva y nunca acabada construcción del orden deseado. En Obras Escogidas. LOM Ediciones. Santiago. Chile. 2005. Pagina 205