Este fenómeno se dio en un contexto de estancamiento de la migración campo-ciudad donde simultáneamente la ciudad adquirió funciones y trasformaciones geopolíticas. La ciudad, como un mapa, reflejó las tensiones sociopolíticas existentes en la sociedad en forma mucho más prístina y localizada. La suburbanización es un campo de investigación que arrojó señales claras en este sentido: “La suburbanización ha traído consigo noticias buenas y malas desde un punto de vista social. Por un lado, han convergido las rentas medias en el territorio metropolitano, lo cual ha alimentado los presupuestos de los municipios más periféricos, envejecidos y con una base rural. Sin embargo, el ámbito más pobre de la RMB, a1, parecer consolidarse como el lugar de residencia de las familias con menores recursos y la periferia suburbana se ha especializado selectivamente. Esto puede consolidar la división social del espacio metropolitano entre ricos y pobres mediante las externalidades de vecindario y romper la clásica diversidad social”[1].
Una de las consecuencias de este proceso apunta a la radicalización de las diferencias sociales de los ocupantes de una localidad y a la consecuente precarización y informatización de la diversidad cultural en las mismas[2].
Sin embargo una de las diferenciaciones más importantes respecto a la metamorfosis de lo social en la localidad apunta a señalar su alta complejización. Esto nos lleva a sostener que se hace cada vez más difícil señalar la primacía del territorio respecto al lugar así mismo como la isometría entre este último y la identidad. Desde los años sesentas resulta legar común referirse a la identidad como contenido político. En este sentido la identidad (y la diferencia entendida como producto del proceso político de diferenciación social, es decir, como construcción política artificial y no dada por la naturaleza) y la diferencia son productos sociales y también producto de relaciones espaciales (NASH:2005:75).
Hoy resulta insostenible pretender enunciar un significado y extensión del territorio por su cartografía únicamente; la emergencia de la localidad ha implicado que la noción de lugar[3] hoy constituye una metáfora que nos dice que las representaciones de él son plurales y convergentes y que es imposible mantenerlas o describirlas por su simple existencia. Se requiere un esfuerzo sostenido de comprensión y enunciación a fin de captar sus múltiples y cambiantes dimensiones. Una de ellas son las inmigraciones, aquellas solapadas y aquellas visibles.
En la comuna de Santiago de Chile[4] se presentan diversas manifestaciones e impactos del flujo inmigratorio que ha arribado a la misma desde los años noventa, éste puede ser circunscrito territorialmente con bastante claridad por sectores y flujos al interior de la comuna[5].
Si observamos territorialmente y con mayor detalle el suceso migratorio en la comuna de Santiago de Chile, en términos territoriales observaremos que la mayor parte de la población inmigrante internacional de origen peruano, al año 2002, se concentraba en dos grandes sectores: el barrio Yungay y Balmaceda (Agrupación vecinal Nº 3) y el barrio Franklin (Agrupación Vecinal Nº 10[6])
En este hecho incide directamente el cierre, el año 1995, de la antigua central de buses que provenían del norte del país, lugar en el que se concentraban los primeros flujos migratorios peruanos al comienzo de la década de los años noventa en la comuna[7]. El poblamiento de las zonas aledañas a terminales rodoviarios constituye un fenómeno internacional, suficientemente tratado en estudios relativos al tema y que constituye el eje territorial de las intervenciones europeas respecto a alojamientos y casas de acogida. Para visualizar en detalle estos micros sucesos en el interior de las localidades, se hace cada vez más preponderante un concepto de ciudad más integral.
Es así como la ciudad contemporánea, al decir de Silva Terrez, es un escenario de lenguaje donde lo físico produce efectos en lo simbólico: “sus escrituras y representaciones, pero también, viceversa, afectan y guían el uso social de la urbe”[8]. Como espacio territorial la ciudad de Santiago de Chile, se halla en mutación debido, especialmente, al impacto de tendencias fragmentadoras que el proceso de globalización económica impone (de las cuales la inmigración no es sino una más que se suma al impacto territorial de medidas economicistas (como proyectos de renovación urbana, subsidios etc) pero que tiene un impacto aún no cuantificado respecto al imaginario de la ciudad). Esta transformación, propone Carlos Mattos desde EURE, podría ser caracterizada de la siguiente matera[9]:

En este esquema, el autor plantea la caracterización de los cambios que sufre la metrópoli respecto a tres dimensiones: “en primer lugar, en la modalidad de expansión metropolitana y, por consiguiente, en la morfología resultante de la metrópoli (efectos morfológico-territoriales); en segundo lugar, en la situación y organización social de la aglomeración (efectos socio territoriales); y, en tercer y último término, en la estructura física de la metrópoli, como consecuencia de los impactos provocados por un conjunto de nuevos artefactos urbanos cuya irrupción puede asociarse a los avances de la globalización” (efectos físico territoriales. (DE MATOS, DUCCI RODRIGUEZ Y YÁÑEZ:2006:509).
Respecto a los efectos socioterritoriales que plantea De Mattos, es dable señalar que en los barrios Yungay y Balmaceda, se ha dado una inserción desigual en el sistema económico (desregulado) local de los inmigrantes, situación que ha generado que se desempeñen con frecuencia en el comercio informal[10], en tanto encuentran un empleo estable y mejor remunerado. A esto se suma la creciente segregación territorial que ha llevado a la constitución de guetos de inmigrantes en el barrio.
La situación respecto a la población inmigrante se inserta en una forma de entender la ciudad en la que, en términos generales, (la Región Metropolitana) agrupa a comunas con diversos niveles de ingreso, acceso a oportunidades y población, lo que genera que: “En la práctica, Santiago opere como una suerte de federación de comunas que actúan de manera independiente y fragmentaria, en función de sus respectivos recursos fiscales. Ello se traduce en diferencias significativas entre lo que pueden hacer y ofrecer a sus habitantes en las comunas ricas y las comunas pobres, situación agravada por darse en un contexto general de fuerte polarización y segregación territorial y social en toda en área metropolitana”. (Ibíd.:2004:11)
Por otra parte la comuna viene, desde el año 1982 disminuyendo progresivamente su población, a lo que es necesario añadir, en virtud de la precisión, que es una de las comunas de la Región que presenta los índices más elevados de IDH, de competitividad comunal y calidad de vida.[11]
Sin perjuicio de ello, la tendencia al aumento de la presión inmobiliaria en la comuna ha generado una oferta habitacional especialmente orientada a estratos socioeconómicos medios y altos. Esto ha llevado a que: “El crecimiento de la ciudad se ha dado siguiendo sólo las tendencias del mercado: ausencia de crecimiento y mejoramiento en las áreas consolidadas de la ciudad; construcción de vivienda social en las zonas periféricas de suelo barato; concentración de oferta de vivienda para sectores de mayores ingresos en la periferia nororiente”. (Ibid:129).
El efecto de la presión inmobiliaria ha llevado a que muchos inmuebles que hoy se destinan al alquiler -y que en su mayor parte habitan inmigrantes- presenten graves problemas estructurales, eléctricos y sanitarios[12].
El año 2006 Francisca Márquez exponía los resultados de su investigación FONDECYT “Identidad e identidades: La construcción de la diversidad En Chile”, señalado dos grandes conclusiones pertinentes para este texto:
1) La percepción de los Santiaguinos de vivir en una ciudad que, si bien cuenta con signos evidentes de modernización (más viviendas en altura, más metros, más centros comerciales, más medios de comunicación), también persiste en construir fronteras y murallas que la vuelven territorialmente segregada y socialmente segmentada. Esta es la contradicción de una urbe que, junto con modernizarse, conserva históricos patrones de segregación territorial y a la que se superpone de forma creciente el temor al otro” (En revista Proposiciones Nº 35 año 2006:74)
Una segunda conclusión nos muestra la profunda contradicción que actualmente se percibe entre modernización urbana y formas comunitarias de vida, entendidas estas últimas como el predominio de los lazos de confianza y horizontalidad en la ciudad.
2) Esta contradicción se expresa en la percepción de habitar una ciudad moderna, pero fundamentalmente privada, anónima y avasalladora, sin espacios comunes que permitan significarla. Frente a este anonimato progresivo, la localidad o el barrio, concebidos como espacios de convivencia, encuentro y autoría local, resurgen en el imaginario de los santiaguinos con nuevas fuerzas. (Ibíd. Pág:78).
En resumen estos sesgos presionan por imponer una visión unilateral del desarrollo local donde se ignoran los ámbitos no económicos (diversidad, cultura, poder etc).
[1] Suburbanización, distribución espacial de la renta y segregación residencial por niveles educativos. Iván MUÑIZ y José Luis ROIG Departament d’Economia Aplicada, UAB. En: www.biblioteca.universia.net/html_bura/ficha/params/id/38557287.html. Visitado: semana del 09 de febrero 2009.
[2] Aun cuando la relación entre pobreza y exclusión social no resulta evidente, en España se ha desarrollado una línea investigativa que propone una relación entre pobreza y territorio que viene a relevar esta articulación como eje compositivo. Para un detalle se recomienda el documento que recoge el trabajo del colectivo IGOP “Pobreza y exclusión social. Un análisis de la realidad española y europea, Joan Subirats (dir). Estudios sociales Nº 16 La Cixa, Barcelona, 2004. En: http://www.estudios.lacaixa.es/. Visitado: semana del 09 de febrero 2009.
[3] Cuando hablamos de lugar nos referimos al sitio en donde se construyen identidades, sean de pertenencia o de adscripción a un grupo, y por ello, toda política y todo análisis de la creación de identidades debería pasar por un enfoque explícitamente espacial. (Nash:2005:77).
[4] La comuna de Santiago de Chile cuenta con una superficie aproximada de 22.400.000 m2 (22,4 Km2), que representa el 3,22% de la superficie del área de la cuidad en su totalidad. El territorio comunal ofrece una gran cantidad de servicios culturales y conectividad asociados a su calidad de capital del país a lo que hay que agregar que concentra en su interior gran parte de los centros de servicios administrativos del estado.
[5] En el anexo se presenta un mapa que contiene los flujos y sectores en que se concentra la población inmigrante al interior de la comuna de Santiago de Chile.
[6] FUENTE: Departamento de Estudios Sociales Municipalidad de Santiago según datos del Censo 2002.
[7] Información suministrada por funcionarios del Departamento de Estudios Sociales de la Ilustre Municipalidad de Santiago en febrero del año 2009.
[8] En Los imaginarios urbanos en América Latina y La Ciudad Deseada. FUNDARTE / Ateneo de Caracas. Alcaldía de Caracas. Venezuela 1993.
[9] En Santiago en EURE. Huellas de una metamorfosis metropolitana 1970 / 2000. Carlos de Mattos/Oscar Figueroa/Pedro Bannen/Diego Campos Editores. Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales. Pontificia Universidad Católica de Chile. 2006.
[10] No nos referimos a centros económicos locales como restaurantes o locales nocturnos, sino a la venta de comestibles y productos en la vía publica y en ferias libres.
[11] El índice de competitividad obedece a un intento del gobierno central por evaluar: la capacidad de las provincias (o comunas) para alcanzar niveles de crecimiento sustentables en el tiempo. Santiago se ubica en el quinto lugar de un total de 52 comunas de la región metropolitana. GOBIERNO DE CHILE SEREMI DE PLANIFICACION Y COORDINACION REGION METROPOLITANA, Diciembre 2002. Respecto al Ranking de calidad de Vida la comuna se ubica en el sexto lugar.
[12] En este sentido apunto el especial del programa televisivo trasmitido por la cadena Chilevisión el día martes 29 de octubre del año 2007.