lunes, 9 de marzo de 2009

Asedios al concepto de alteridad: el Otro en la migración a partir de la metáfora.

“Las metáforas transforman los dos elementos que participan de la relación metafórica”.
Zygmunt Bauman



Es su texto Totalidad e Infinito señala Emmanuel Lévinas lo siguiente: “La relación entre el Yo y Otro es el lenguaje”.

En lo que sigue procuraremos dar cuenta de lo que implica esa afirmación tomando la inmigración internacional como dispositivo de observación que nos permita intentar una aproximación al tema de fondo que consideramos se halla en juego: la alteridad entendida como narración y la metáfora como alusión de esa relación.

Comprendemos que la aproximación a la alteridad comporta en forma sistemática un esfuerzo por aludir lo Otro que, en última instancia, resulta estético. A ello se debe la continua cita y sobre todo su empeño. Finalmente pienso que: “la disección de las economías del lugar dentro de la global nos permite recuperar los componentes no corporativos de la globalización económica e indagar acerca de la posibilidad de un nuevo tipo de política transnacional, una política perteneciente a aquellos que carecen de poder pero que ahora tienen “presencia” (BAUMAN)

La estructura simbólica que adquiere el nombramiento del Otro da cuenta de la violencia u hospitalidad hacia el extraño, ese extranjero que en su posición invisible pone en tensión aquello que se sobreentiende sin extrañamiento. Irrumpe pues el extranjero en el sentido “común” y traspasa su frontera (se hace una más dentro de su repertorio de nostalgias y cruces. Sin embargo su posición en el campo del sentido es refractaria en la medida que es únicamente alusión y, en segundo lugar, en la medida en que su cuerpo es el cuerpo de la unión de territorios yuxtapuestos: referencia.

“Hay metáforas más reales que las personas que pasan por la calle”.


Primera Estación: La Referencia.


Toda palabra que le nombra extranjero y procura captar su atención en el tránsito no es sino alusión que cristaliza el Deseo de lo totalmente Otro, evidencia y huella que se sugiere.

He aquí que la metáfora consiste, da forma sustantiva, a la corporalidad de la alusión, en el derrotero de la mirada, su travesía, su anclaje transitorio en un territorio eventual es posible visibilizar fracturas desde las que aludir.

La alusión es una moneda que resulta, a su vez, transcurso, paso de mano en mano se dirá, y no valor revelado: todo en ella revelará su incajeabilidad.

Y sin embargo la metáfora se refiere a un extremo, da forma en el vacío, a una materia inaprensible ya que la alteridad implica separación: “Vine a Comala porque me dijeron que aquí vivía mi padre un tal Pedro Páramo”.

Alusión que es, pues, cual Comala, fáctica en la medida que convierte una parte en la otra a partir de la fantasía de la identidad, dirá Lévinas: “ser Yo es, fuera de toda individuación partir de un sistema de referencias, tener la identidad como contenido, El yo, no es un ser que permanece siempre el mismo, sino ser cuyo existir consiste en identificarse, en recobrar su identidad a través de todo lo que acontece. Es la identidad por excelencia, la obra original de la identificación”.

Y si es posible invertir la alusión y dirigirla hacia quien llama diremos como Kristeva: “extranjeros para nosotros mismos”.

Para Aristóteles la metáfora encuentra su aplicación en la retórica (como mecanismo de persuasión) y en la poética (nimesis), en ambas la unidad de referencia es la palabra. Sin perjuicio de ser tratada de sofisma o mera especulación, la metáfora se mantiene incólume hasta nuestros días.

Si bien puede ser tratada desde la semántica (como concerniente a entidades del discurso del rango de la frase) también es posible dimensionarla como problema hermenéutico que va más allá de la frase ya que se torna moneda diaria con que nos referimos al mundo. Y tal vez la heteronimia no es sino la posibilidad de aludir a las múltiples dimensiones del nombrar que permanece escondida, en apariencia, en el silencio desde el que emergen las alusiones.


Cuerpo.

Referir, del latín referre. Se nos dice relatar. El extranjero relata los pasajes inscritos en su cuerpo. Su geografía es múltiple y sus transcursos disímiles: sus afectos se encuentran repartidos, dispersos, se concentran en la añoranza y se descubren en inclinaciones, tránsitos y fugas.

Su cuerpo que narra es diferente e idéntico al que era antes de atravesar la frontera y quedar suspendido en ella; con un trozo de ella en el bolsillo.

“Estoy cansada de no saber dónde morirme. Esa es la mayor tristeza del emigrado. ¿Qué tenemos nosotros que ver con los cementerios de los países donde vivimos? (...) Estoy cansada de hilarme hacia la muerte. Y sin embargo, ¿tenemos derecho a morir sin concluir la historia que empezamos? ¿Cuántas veces hemos repetido las mismas palabras, aceptando la esperanza, llamándola, suplicándola para que no nos abandonase?”


Notas bibliográficas
María Teresa de León Memoria de la melancolía.

Zygmunt Bauman La Posmodernidad y sus Descontentos.

Fernando Pessoa. Libro del desasosiego.