martes, 29 de diciembre de 2009

Diversidad e intervención social

Si consideramos la intervención social como una oferta no anclada en la tradicional relación sujeto-objeto tan cara al positivismo y a un enfoque tecnológico en Trabajo Social y, contrariamente, la consideramos fundada en concepciones filosóficas posteriores al giro lingüístico en filosofía, tendremos que un importante dato del actual contexto es la complejización de los escenarios de intervención.

Una de las expresiones contextuales es la diversidad, entendida como pluralidad de selecciones que se le presentan como viables al sistema interventor. La emergencia de la diversidad es expresión de la complejidad del entorno en que se despliega la intervención.

Si centramos nuestra atención en el sistema interventor tendremos que es también objeto de complejización en la medida que incorpora las distinciones que es capaz de realizar respecto a su entorno, tal es la característica de un sistema autoreferencial. La organización responde a través de programas sociales a esta creciente complejización del entorno, es decir, aumenta la especificidad de su respuesta, aumentando su clausura operativa. Con esto se busca obtener rendimientos económicos capaces de dar continuidad a la organización en un mercado de servicios sociales cada vez más competitivo.

En así como el programa social reproduce al interior del sistema las distinciones que hace respecto a su entorno, no como mero reflejo de la diversidad exterior, sino con acentos y énfasis que les son propios. Esto nos plantea la siguiente interrogante: ¿Han cambiado, los programas sociales, el foco de observación hacia afuera (en dirección a los usuarios), por uno que les permita la auto observación? (es decir, hacia adentro, hacia los programas que proveen).

Cuando este cambio de foco se produce, se despliega el campo de la intervención social propiamente tal y resulta posible plantearse la calidad no como una característica esencial, sino como procedimiento mensurable y sujeto a trasformaciones. Uno de los ámbitos que es posible calibrar es el que dice relación con el cómo el programa social reduce la complejidad del entorno y si esta reducción es apropiada según la complejidad que enfrenta. En otros campos del saber como la medicina esto podría ser explicado recurriendo a la siguiente metáfora: “a mayor complejidad, -imaginemos un caso de fracturas múltiples-, una accidentado no puede ser tratado con aspirinas, ni en un centro de atención primaria, sino que debe ser tratado en un centro traumatológico de alta complejidad”. Si bien en lo social esto ocurre, se debe a la poca atención que han prestado los programas sociales a la diferenciación interna de los servicio proveídos y a la lamentable falta de competencia respecto a servicios ofertados, los que en muchos casos son ofrecidos monopólicamente por la política social y, en caso de servicios proveídos por terceros, con escaza fiscalización por parte de los entes responsables.

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