Ángel Marroquín Pinto
Diciembre 2007
Diciembre 2007
A fuerza de mudarme
he aprendido a no pegar
los muebles a los muros,
a no clavar muy hondo,
a atornillar solo lo justo.
He aprendido a respetar las huellas
de los viejos inquilinos:
un clavo, una moldura,
una pequeña ménsula,
que dejo en su lugar
aunque me estorben.
Algunas manchas las heredo
sin limpiarlas,
entro en la nueva casa
tratando de entender,
es más,
viendo por dónde habré de irme.
Dejo que la mudanza
se disuelva como una fiebre,
como una costra que se cae,
no quiero hacer ruido.
Porque los inquilinos
nunca mueren.
Cuando nos vamos,
cuando dejamos otra vez
los muros como los tuvimos,
siempre queda algún clavo de ellos
en un rincón
o un estropicio que no supimos resolver.
Fabio Morabito
El verde más oculto. Antología Poética
Introducción
En el presente texto pretendemos abordar las relaciones, impactos y conflictos existentes entre la inmigración peruana y el gobierno local centrándonos en el caso específico de la comuna de Santiago de Chile[1].
Conjuntamente pretendemos mostrar que la situación frente a la institucionalidad municipal-estatal y, por otra parte, el lugar simbólico en que se encuentra puesto el inmigrante en la localidad, posee señalamientos que le acercan (y distancian también por cierto) a otros grupos de riesgo. En otras palabras, desplegaremos una línea argumental capaz de dar forma y cristalizar las siguientes ideas: 1) La alteridad, en el caso de los inmigrantes, constituye un dispositivo de observación y denotación respecto a la presencia[2] de otros grupos de riesgo que ocupan y hacen suya la localidad y 2) La presencia representada por el inmigrante genera en la política social (como nexo y mecanismo de integración institucional) en la política migratoria y en la localidad impactos que empujan y evidencian nuevas configuraciones de lo social y que se expresarían en la emergencia de nuevas ciudadanías globales/locales.
Frente a ello, propondremos al finalizar algunas ideas tendientes a dar forma a políticas de inclusión, y sobre todo de proximidad que serían susceptibles de ser implementadas para la generalidad de las políticas sociales considerando la especificidad del lugar más allá del territorio. Para ello nos serviremos de los modelos de integración de carácter internacional.
La línea argumental se basa en que la cultura constituye el eje articulador de ciudadanías emergentes en el contexto de las nuevas configuraciones de lo social entendidas estas como impactos (económicos y culturales) de la modernidad tardía que se tornan presenciales y actuantes sólo en el escenario local.
Más que proponer una lectura de la cultura como campo estrictamente antropológico, en este texto, nos proponemos abordarla como campo político de creación, distribución y circulación del sentido, por ello hablaremos de una economía del símbolo entendida ésta como campo determinable (simbólicamente mensurable a través de la operación de enunciación), de observación del flujo del símbolo en la localidad.
1. Globalización económica e inmigración
La inmigración es ampliamente comprendida por los especialistas contemporáneos como un movimiento complementario al de la transnacionalización económica (BECK:2006, SASSEN:2006, BAUMAN:2004 y 2006) y, sin embargo, la paradoja acerca de su tratamiento, por parte del Estado nacional es notoriamente tardía y denodadamente diferenciada respecto al movimiento de personas cuando se le opone y compara, a este respecto, al del gran capital inversor. Se diría que uno atrae, moviliza y la otra es una consecuencia, una externalidad cubierta de negatividad.
Los debates y enfrentamientos críticos generados por esta paradoja abordan diversas vías, direcciones y esferas (crisis del estado nación, ciudadanía, derechos humanos, teoría del Estado, sistemas de bienestar, modelos de integración y gobierno local, entre muchos otros)[3]. En lo que sigue abordaremos únicamente los posibles y reales (en cuanto constatables en y desde un dispositivo local), impactos de la presencia del inmigrante en la ciudad.
La posibilidad de establecer nexos entre los procesos de globalización económica e inmigración es consistente y sin embargo elusiva.
Si decidimos considerar al primer término de esta relación, es decir lo que se entiende comúnmente por globalización económica, tendremos que la expansión de los mercados y capitales globales tiene dos grandes zonas de impacto en que coinciden quienes tratan estas relaciones: el mercado laboral y el ámbito cultural.
Frente a ello la inmigración de carácter laboral se torna un campo especialmente prístino para establecer una relación entre el flujo de capital transnacional y la oportunidad laboral que incide en el movimiento inmigratorio.
Cuando observamos desde esta perspectiva, la inmigración aparece como un ámbito complementario e incluso como una consecuencia directamente relacionada de la transnacionalización económica (ya que ésta genera una inmigración de carácter laboral claramente delimitable y circunscrita a nichos laborales de calificación específica).
Simultáneamente, cuando nos es posible observar la posición en que se sitúa el Estado nacional frente a este fenómeno, evidenciamos al menos dos fuentes de presiones que emergen desde los siguientes ángulos:
1) Por una parte como entidad promotora y reguladora de flujos de capital que dinamizan la economía nacional/local y que, sin embargo, la deterritorializan y segmentan a través de mecanismos de desregulárización del mercado laboral.[4]
2) La soberanía nacional se encuentra frente a nuevos actores políticos y económicos que vienen a actuar políticamente en el marco país conjunta y simultáneamente vinculados con el capital. En este sentido operaría la lógica: a grandes concentraciones de capital, grandes concentraciones de “otros”
Es posible apreciar también la inmigración como un movimiento en el que inciden las expectativas personales y familiares y con esto neutralizar o relativizar un análisis económico cultural mucho más profundo acerca de ella especialmente vinculado al poder[5].
Sin perjuicio de ello no es posible obviar que como plantea Saskia Sassen: “La migración es, al menos parcialmente, un resultado de las acciones de los gobiernos y de los principales actores económicos privados de los países receptores”. (SASSEN:2003:40)
Los Estados “atraen” directa o indirectamente a la población como mano de obra y por otra llevan adelante profundas reformas para adaptar la estructura de su mercado laboral interno a fin de lograr flexibilizar el mercado laboral previa o conjuntamente con la entrada de inmigrantes.
Este movimiento da como resultado la generación de nichos o guettos laborales específicos en que se insertan los trabajadores inmigrantes[6] y que actúan como peligrosos configuradores de identidad[7].
Por una parte tenemos la conformación identitaria del guetto (que se plasma especialmente en las primeras generaciones de inmigrantes) y, por otra, la manifestación de la identidad nacional como narración estructurante y fuente de manifestaciones de racismo y/o xenofobia.
¿Es posible plantear que la formación identitaria se da, se brinda, en un espacio político intersubjetivo influido (y puesto en cuestión), por la inmigración?. He aquí la importancia de la presencia como configuradora de una nueva ciudadanía que posibilita el acercamiento de ambas fuentes identitarias.
Sin perjuicio de ello la inserción del inmigrante en la economía local se da no sólo en términos desiguales, en un mercado laboral desregulado, sino bajo relaciones de subordinación que los nichos laborales contribuyen a diseñar y fomentar.
La cristalización del nicho laboral muestra que el circuito de generación de riqueza y flujo monetario efectivo se encuentra (para la localidad), fundamentalmente en la economía informal y que es allí donde se inserta en inmigrante en términos económicos en la localidad. Esta clase de empleo va desde asesora del hogar esporádica (es decir que trabaja por días y/o por horas), a jardinero o comerciante ambulante, los hombres. Es posible, conjuntamente, que tras la apariencia de legalidad (o mejor dicho, de formalidad aparente) se escondan prácticas laborales igualmente volubles o abiertamente discriminatorias.
Estos empleos no dejan de condecirse con el perfil de empleabilidad de los inmigrantes (que evidencia un alto grado de calificación especialmente de aquellos inmigrantes que arribaron desde comienzos de la década de los años noventa a Chile provenientes de Perú o Ecuador (STEFONI:2002)[8])
El 80% de los inmigrantes que provienen del núcleo o área andino (es decir la zona comprendida por Bolivia, Perú y Chile), se encontraban habitando al año 2002 en la Región Metropolitana, y así mismo según los datos del censo 2002 los inmigrantes de nacionalidad peruana se concentran en cuatro comunas de la región.
En términos generales este cuadro nos muestra dos movimientos simultáneos y complementarios.
Por una parte muestra aquellas comunas que concentran el mayor número de inmigrantes de nacionalidad peruana según las comunas en que fueron censados y, por otra parte, las comunas en que ellos trabajan (en modalidad puertas adentro).
COMUNAS DE RESIDENCIA COMUNAS DE TRABAJO
Santiago Las Condes
Recoleta Vitacura
Estación Central Providencia
Independencia Lo Barnechea
La comuna que concentra el mayor número de inmigrantes es la comuna de Santiago. Los extranjeros residentes en la comuna catastrados el año 2002 fueron 12.464 personas. Esta cifre se distribuye de la siguiente manera por nacionalidades:
2) La soberanía nacional se encuentra frente a nuevos actores políticos y económicos que vienen a actuar políticamente en el marco país conjunta y simultáneamente vinculados con el capital. En este sentido operaría la lógica: a grandes concentraciones de capital, grandes concentraciones de “otros”
Es posible apreciar también la inmigración como un movimiento en el que inciden las expectativas personales y familiares y con esto neutralizar o relativizar un análisis económico cultural mucho más profundo acerca de ella especialmente vinculado al poder[5].
Sin perjuicio de ello no es posible obviar que como plantea Saskia Sassen: “La migración es, al menos parcialmente, un resultado de las acciones de los gobiernos y de los principales actores económicos privados de los países receptores”. (SASSEN:2003:40)
Los Estados “atraen” directa o indirectamente a la población como mano de obra y por otra llevan adelante profundas reformas para adaptar la estructura de su mercado laboral interno a fin de lograr flexibilizar el mercado laboral previa o conjuntamente con la entrada de inmigrantes.
Este movimiento da como resultado la generación de nichos o guettos laborales específicos en que se insertan los trabajadores inmigrantes[6] y que actúan como peligrosos configuradores de identidad[7].
Por una parte tenemos la conformación identitaria del guetto (que se plasma especialmente en las primeras generaciones de inmigrantes) y, por otra, la manifestación de la identidad nacional como narración estructurante y fuente de manifestaciones de racismo y/o xenofobia.
¿Es posible plantear que la formación identitaria se da, se brinda, en un espacio político intersubjetivo influido (y puesto en cuestión), por la inmigración?. He aquí la importancia de la presencia como configuradora de una nueva ciudadanía que posibilita el acercamiento de ambas fuentes identitarias.
Sin perjuicio de ello la inserción del inmigrante en la economía local se da no sólo en términos desiguales, en un mercado laboral desregulado, sino bajo relaciones de subordinación que los nichos laborales contribuyen a diseñar y fomentar.
La cristalización del nicho laboral muestra que el circuito de generación de riqueza y flujo monetario efectivo se encuentra (para la localidad), fundamentalmente en la economía informal y que es allí donde se inserta en inmigrante en términos económicos en la localidad. Esta clase de empleo va desde asesora del hogar esporádica (es decir que trabaja por días y/o por horas), a jardinero o comerciante ambulante, los hombres. Es posible, conjuntamente, que tras la apariencia de legalidad (o mejor dicho, de formalidad aparente) se escondan prácticas laborales igualmente volubles o abiertamente discriminatorias.
Estos empleos no dejan de condecirse con el perfil de empleabilidad de los inmigrantes (que evidencia un alto grado de calificación especialmente de aquellos inmigrantes que arribaron desde comienzos de la década de los años noventa a Chile provenientes de Perú o Ecuador (STEFONI:2002)[8])
El 80% de los inmigrantes que provienen del núcleo o área andino (es decir la zona comprendida por Bolivia, Perú y Chile), se encontraban habitando al año 2002 en la Región Metropolitana, y así mismo según los datos del censo 2002 los inmigrantes de nacionalidad peruana se concentran en cuatro comunas de la región.
En términos generales este cuadro nos muestra dos movimientos simultáneos y complementarios.
Por una parte muestra aquellas comunas que concentran el mayor número de inmigrantes de nacionalidad peruana según las comunas en que fueron censados y, por otra parte, las comunas en que ellos trabajan (en modalidad puertas adentro).
COMUNAS DE RESIDENCIA COMUNAS DE TRABAJO
Santiago Las Condes
Recoleta Vitacura
Estación Central Providencia
Independencia Lo Barnechea
La comuna que concentra el mayor número de inmigrantes es la comuna de Santiago. Los extranjeros residentes en la comuna catastrados el año 2002 fueron 12.464 personas. Esta cifre se distribuye de la siguiente manera por nacionalidades:
· 5818 personas de nacionalidad peruana
· 1148 personas de nacionalidad argentina
· 949 personas de nacionalidad ecuatoriana
· 435 personas de nacionalidad cubana
· 394 personas de nacionalidad española
· 361 personas de nacionalidad brasileña
· 353 personas de nacionalidad boliviana
· 280 personas de nacionalidad estadounidense
Si consideramos la ubicación espacial de los inmigrantes peruanos al interior de la comuna de Santiago el panorama es el siguiente: Los inmigrantes de nacionalidad peruana que habitan la comuna de Santiago de Chile se concentran en las zonas donde la pobreza es mayor y los equipamientos comunales son más precarios.
Simultáneamente desde comienzos de la década de los años noventa (periodo en el que se inicia y consolida la inmigración peruana hacia Chile), las grandes inversiones chilenas se han orientado crecientemente hacia Perú y hoy se estima que Chile constituye el tercer gran inversor internacional de ese país llegando a US$6.000 el monto total de inversión.
Las inversiones chilenas se han tendido a concentrar en energía (45%), Industria (15%), Transporte y comunicaciones (15%), Comercio (10%) y otros (15%)[9].
Simultáneamente desde comienzos de la década de los años noventa (periodo en el que se inicia y consolida la inmigración peruana hacia Chile), las grandes inversiones chilenas se han orientado crecientemente hacia Perú y hoy se estima que Chile constituye el tercer gran inversor internacional de ese país llegando a US$6.000 el monto total de inversión.
Las inversiones chilenas se han tendido a concentrar en energía (45%), Industria (15%), Transporte y comunicaciones (15%), Comercio (10%) y otros (15%)[9].
2. Inmigración y ciudad
Zygmunt Bauman enuncia y da forma metafóricamente a la relación entre la ciudad contemporánea y el proceso de globalización con la siguiente frase: ”Las ciudades son laboratorios en los que se descubren, se experimentan y se aprenden ciertas condiciones que son indispensables para dar solución a los problemas globales” (BAUMAN: 2002).
Tras esta metáfora (constituida por la yuxtaposición de una imagen de la ciudad y aquella del laboratorio), el autor se sitúa como un observador que, como planteaba Voltaire en su Cándido: “no desea cambiar París por su aldea” y que, sin embargo (y debido a ello), es capaz de experimentar y aprender las transformaciones del mundo global y pensar sus soluciones allí, en su aldea.
El proceso de globalización económica posee un referente de análisis que se ha centrado crecientemente, durante las últimas décadas, en las ciudades, entendidas ahora como aquellos recintos en que el capitalismo económico ha impactado especial y crucialmente, trasformando modos de vida, relaciones y simultáneamente, denotando la distribución heterogénea de los diferentes actores que componen la población global que habita el territorio.
En esta dirección se inscriben las ideas de Saskia Sassen cuando señala que: Las ciudades globales son, en parte, importantes como puntos de control y centros de finanzas de los grandes imperios económicos transnacionales; pero también son sitios con particulares precondiciones sociales y materiales para su rol global. (2003:10)
¿Cuáles son esas precondiciones (y de qué hablan sobre todo), que permiten la ejecución de este nuevo rol de la ciudad global en el concierto de una globalización que no es ni plenamente económica ni únicamente cultural?
Si bien la ciudad es el polo privilegiado de impulso económico en los países desarrollados y en vías de desarrollo, al mismo tiempo se ha trasformado en el lugar al que han arribado masas de inmigrantes en busca de mejores condiciones de vida y de empleo.
Ambos movimientos, de trasnacionalización y concentración territorial del capital (económico y social), y el de la inmigración, hablan del impacto de la globalización en la localidad y constituyen dos caras de un mismo acontecimiento.
Es posible señalar que la transnacionalización económica actúa como un vórtice que atrae concentrando a actores diversos situándolos a un tiempo bajo las mismas coordenadas territoriales. Es preciso señalar que ese vórtice puede ser representado por una ciudad en constante mutación.
La ciudad es el lugar en que se plasma, toma forma, el capital económico y a su vez el sitio en el que se acumulan los desechos, los desheredados generados por el propio movimiento del capital y las expectativas que éste genera.
Es así como se va tornando visible el actuar y el flujo de estas fuerzas, que escapan al control o monitoreo de la localidad, dando forma a un territorio ubicado más allá del territorio: un lugar.
Es posible aproximarnos al lugar haciendo algunas especificaciones aproximativas previas, adjetivándola transitoriamente, como reterritorialización.
Se conoce como reterritorialización al proceso mediante el cual los inmigrantes se apropian, hacen suyo el espacio en la localidad. En esta apropiación juegan un papel preponderante los códigos y lecturas que los inmigrantes levantan desde la cultura, entendida como flujo del símbolo.
Por ello la reterritorialización comporta una transacción (simbólica) que produce a su vez nuevos significados, circuitos de tránsito y canales de expresión intra y extra étnicos.
En este sentido no es dable olvidar que la inmigración supone el surgimiento de nuevas formas y contenidos de exclusión social cultural y económica de ciertos grupos de inmigrantes (mujeres, niños y personas pobres) (ALTAMIRANO:2006:21) al mismo tiempo que genera riquezas en una localidad.
3. Nexo y relación entre política social, política migratoria y nivel local
La política migratoria constituye el primer anillo de circulación del inmigrante frente, ante, el Estado, en ese sentido actúa como un marco que circunscribe el actuar y desenvolvimiento de todos los involucrados en el acontecimiento migratorio. De ello se desprende la estructuración de una cierta y sostenida sensibilidad y operatoria respecto a las coordenadas en que se posicionan los agentes más allá de la frontera.
En Chile la política migratoria posee un marcado componente de seguridad nacional que se expresa especialmente en los artículos 26 y 27 de la ley 18.695[10].
El cuerpo esencial en el que establece la política migratoria data del año 1975 y fue promulgado mediante un decreto supremo durante los primeros años del régimen militar, cuando el conflicto con Argentina ponía a Chile en una posición particular respecto a sus limites.
Estas consideraciones contextuales pernearon el espíritu del legislador y es dable señalar que, pese a algunas variaciones en el cuerpo legal, se mantiene incólume su estructura normativa.
Hoy la política migratoria depende del Ministerio del Interior situación que viene a ratificar su carácter de seguridad que se expresa en un marcado y denodado énfasis por establecer un carácter regulatorio y de control migratorio. Tras ambos intereses operan aquellos emanados de los organismos de seguridad nacional. En este sentido no resulta incoherente señalar que la política migratoria constituye una manifestación de la política económica.
Sin perjuicio de ello no resulta posible identificar una articulación entre el nivel local (Municipal) y la política migratoria. Dado en énfasis puesto por el legislador en los aspectos de control, no es visible un objetivo u orientación que tienda, por ejemplo, a promover la integración de los inmigrantes o al menos a la incorporación del Municipio como entidad estratégica que cumpla una tarea respecto a la normativa.
Se aprecia pues la existencia de un vacío, una ausencia que sin embargo y paradojalmente contribuye a dotar al cuerpo legal de una forma. Lo social no existe en el vacío y por ello es imposible evidenciar este vacío sino como un mecanismo de autoregulación económica y cultural. No evidenciar una política es una forma de tenerla, de inclinarse por ella.
Sin embargo y en sintonía con este vacío, es posible identificar zonas de contacto (entre el inmigrante y el Estado), cuando visualizamos lo que Raczynski y Serrano han venido llamando el segundo anillo de la política social. (RACZYNSKI y SERRANO:2003)
Este circuito se cimienta sobre una idea de protección social[11] que pretende extender las prestaciones contenidas en el primer anillo (y que corresponden a las políticas sociales “tradicionales” e históricamente constituidas y consolidadas: Vivienda, Previsión Social, Salud, Educación y Empleo).
Los programas ChileSolidario y Puente son expresiones de esta perspectiva de derecho aplicada bajo las consideraciones de focalización tecnificada y los mínimos sociales entendidos como garantes de derecho[12].
Si la política migratoria no ofrece un nexo entre el inmigrante y el Estado nacional (que esté mediado por el control), estos programas sociales sí.
Es así como Puente se ha transformado en el único programa social que ha acogido a la población inmigrante (en condiciones de indigencia), en las propias localidades[13] y ha proyectado sobre ella las prestaciones que contiene Chile Solidario.
La política económica constituye una unidad indisociable de la política social, ambas se corrigen, complementan y articulan desde un Estado nacional presionado por procesos de transnacionalización económica donde la inmigración es imprescindible para la readecuación del sistema económico nacional en el contexto capitalista, en este sentido, diremos, la política social opera sobre las externalidades negativas generadas por la globalización económica en la nación. Sin perjuicio de ello ambas poseen esferas de especialización que les son propias y órganos especialmente encargados de articular ambas lógicas que subyacen a su accionar[14].
La política social opera, diremos, sobre una dimensión de integración que se hace urgente debido a la creciente marginalización de un gran porcentaje de población nacional[15] y, por otra parte, sobre una dimensión simbólica que crea, genera y pone en circulación espacios de alteridad que complementan esta acción de integración. Sin perjuicio de ello, la inmigración acontece en un contexto local donde las políticas sociales “bajan” y se unen a la oferta de servicios sociales que emanan de la institucionalidad local, por ello las tareas de integración social son también las tareas del nivel local.
Por otra parte el tercer anillo de la política social se encuentra constituido por la articulación de la política social con el nivel municipal[16]. He aquí que nos encontramos con el nexo que permite articular el dispositivo inmigrantes a una perspectiva local.
El Municipio ejecuta la política social de extrema pobreza –Puente- en el territorio, bajo consideraciones políticas y técnicas emanadas de sus autoridades y tensionadas por el proceso de descentralización y modernización municipal en ciernes. Además debe lidiar con las propias tensiones íntimas de la política social (focalización /Protección social) y de la política migratoria (control/discrecionalidad).
Configuración de lo social en la localidad respecto a la inmigración y al Estado
Impactos culturales: el cuestionamiento del territorio
Una de las zonas de mayor Impacto de la inmigración en la localidad es aquella que se cierne sobre la noción de ciudadanía.
Más allá de la estrechez de la noción de ciudadanía como legalidad (proveniente del ius solis y/o ius sanguinis), la inmigración denota la emergencia de nuevos ejes de articulación de ciudadanía(s). ¿Cual es el eje de esta emergencia en ausencia de una legalidad que no considera el tiempo previo a la obtención de la ciudadanía formal y acceso al voto[17]?
Con la emergencia de la lingüística estructural aplicada a las ciencias sociales se abrieron nuevas dimensiones para el análisis de lo social que van a incidir en nuestra forma de comprender la cultura. Ferdinand Saussure va a señalar que el hombre moderno no es autor de las afirmaciones que hace ni de los significados que les atribuye al enunciarlas, sino que la lengua, que lo compone[18] constituye un sistema de reglas y significados que se encuentran en la cultura.
En este sentido es dable señalar que la lengua es un sistema social y no individual y que preexiste a los sujetos. De esto se desprende que, el sujeto, al utilizar la lengua no expresa pensamientos propios sino que activa un sistema de significados establecidos previamente.
Frente a ello la cultura puede ser vista como un ámbito económico, donde es posible pensarla, simultáneamente, como un sistema de configuración y circulación del sentido afecto a la distribución del trabajo en el campo cultural.
¿Qué se intercambia en el flujo económico de la cultura?
La tarea principal de la cultura es la de nombrar, dar contenido y/o forma a las representaciones simbólicas que se dan a través y a partir de las relaciones entre los hombres y, entre estos, y el mundo que les rodea. Sin embargo estas relaciones son, también, económicas en la medida en que comportan una industria cultural que genera millones de dólares[19]
La cultura en las sociedades modernas no sólo posee un carácter material sino que por sobre todo uno inmaterial y que se traduce singularmente en la desigual circulación de contenidos y su valorización en el mercado cultural trasnacionalizado.
En este sentido hoy la emergencia de una supuesta cultura global (que no es lo mismo que norteamericanización de la cultura), evidencia que la circulación de la cultura se da en términos desiguales y que no existe algo así como “una cultura global”, sino culturas subordinadas y otras dominantes o que se pretenden hegemónicas. Frente a ello es que se hace posible hablar de producciones culturales periféricas en el contexto de economías globalizadas[20].
Cuando García Canclini habla de la geopolítica[21] de la cultura está señalando que la distribución de los bienes culturales es desigual en la sociedades modernas pese y sobre todo en relación a una idea optimista de la globalización (para la que ella impulsaría y promovería, como un adalid, la igualdad cultural).
Más bien lo que señala el autor es que el poder económico (mediante el manejo de la industria cultural), monopoliza y organiza la cultura bajo un paradigma hegemónico: la cultura norteamericana.
Esto nos habla de una desorganización intencionada por parte del poder económico del campo cultural, que se traduciría en la deprivación cultural de la población ya oprimida y de la imposición y consolidación de un tipo de integración orientado hacia la cultura dominante.
En este sentido la paradoja que se abre es que si bien podemos ser ciudadanos-consumidores (de la cultura hegemónica), no podemos ejercer la ciudadanía cultural más allá de las limitaciones impuestas y cuyo marco sería la ciudadanía formal.
Esta distribución desigual de los contenidos culturales se expresa además en la participación desigual respecto al acceso a la producción y circulación de contenidos culturales y en las trabas que se le imponen a quienes procuran acceder a canales o vías de circulación alternativas a las grandes cadenas de producción cultural.
Frente a la crisis del estado nación, puesto en jaque como estructura institucional y productora de un sentido de cohesión totalizante y nacional, éstos se han visto obligados a re impulsar procesos de reinvención cultural de las naciones ya no basados en la homogeneidad ya fragmentada, sino en la apertura y en la implementación directa o indirecta de modelos de integración para su propia población empobrecida en la dinámica económica de diferenciación y desregulación[22]. ¿Es posible denotar, pues, la emergencia de una integración centrada en la cultura como posibilidad de reinvención del Estado nacional frente a su crisis?
En el caso de los inmigrantes el panorama se torna doblemente complejo[23] ya que el traslado de contingentes de población para hacer efectivas las transformaciones internas (nacionales) de sus sistemas productivos y de servicios trasnacionalizados, ha obligado a los Estados, a proponer cambios en su política migratoria a fin de articular a nivel local las políticas nacionales de integración y a promover la regularización migratoria a un mismo tiempo, a fin de producir un ajuste[24]. Ejemplo de ello en Chile son las políticas sociales basadas en el enfoque de riego promovido por el Banco Mundial.
Si bien es la integración estatal-institucional aquella que ha primado en las consideraciones estatales técnicas relativas tema, al mismo tiempo han requerido, para ejecutarse, de un replanteamiento respecto a las formas tradicionales de promover la integración en un plano simbólico que le es inherente[25].
Esto plantea el desafío estructural y estructurante (al decir de Bourdieu), para las políticas sociales que se inicia con no la no subordinación (de las políticas sociales) a consideraciones economicistas[26] y, por otra parte, lograr articular, con aquellos requerimientos (en avance) que promueven enfoques centrados en derechos y de carácter universalista. Esta articulación da forma al nudo gordiano en que hoy se debate la política social.
Al hablar de una política social que promueva la integración social se hace preciso enunciar, evidenciar, los mecanismos que fomenten ciudadanía a partir de la cultura más allá de las acciones técnicas que se emprenden para llevarla adelante.
El fenómeno migratorio (inmigración y emigración), ha impactado simultáneamente sobre la forma de comprender la democracia y la ciudadanía, como ya señaláramos, más allá de sus componentes estrictamente legales de acceso[27], transformándose en un dispositivo privilegiado de observación del impacto de la cultura en la noción de ciudadanía.
Es así como hoy y pese a las restricciones estatales al derecho a voto de los inmigrantes, es posible hablar de un carácter cultural (y global), de la democracia.
La emergencia de éste carácter (puesto en el tapete por la inmigración en los países desarrollados y planeado pioneramente por las primeras feministas), da pie a preguntarse acerca de la presencia de nuevos actores político-culturales y sus manifestaciones en el espacio público de la nación y específicamente en la localidad[28].
Si bien los inmigrantes constituyen uno de estos nuevos actores en la democracia globalizada, ya que sus manifestaciones culturales y asociativas son visibles, distinguibles, en el Chile de hoy pesan aún las limitaciones legales respecto al ejercicio de la ciudadanía y al carácter discrecional de una política migratoria basada en la seguridad nacional (y que depende del Ministerio del Interior), de carácter restrictiva.
La integración del inmigrante a la sociedad de acogida dice relación con un área institucional (y que se manifiesta en el acceso a los bienes y servicios dispuestos para toda la población que habita la nación y contribuye económicamente a su desarrollo), pero sobre todo acerca de una integración de carácter cultural cuyo contenido se muestra a través de una labor simbólica.
Los ciudadanos son, ante todo, actores culturales frente al proceso de reinvención de las naciones a la que obliga la globalización económica, y no meramente ciudadanos por mecanismos de consumo.
Resulta evidente que el desafío principal del Estado en Chile está dado por promover espacios de integración institucional pero simultáneamente, (tal vez el lugar en el que se sitúa el área más renovadora de esta tarea), promover una integración cultural. ¿Es posible que la política social deje su dualismo intrínseco y se torne capaz de generar ciudadanía cultural al interior de un estado nacional fragmentado más allá de lo que Moulian denominó ciudadanía weekend o ciudadanía credit-card[29]? Ya no territorio sino lugar: “topos”: espacio donde una cosa o un agente “tiene lugar”, existe, en una palabra, como localización o relacionalmente, topológicamente, como una posición, un rango dentro de un orden.
3. Trabajar lo social con calidad: Estrategias de abordaje desde la institucionalidad local
En la sociedad chilena más allá de las consideraciones tradicionales centradas en la homogeneidad cultural en que operan, resulta posible y fértil pensar los servicios sociales bajo una nueva óptica: articuladores de respuestas diversificadas de calidad frente a escenarios complejos. La figura del inmigrante, entonces, surge como posibilidad para dimensionar procesos de inclusión y proximidad[30]
En este sentido resulta clave recoger la experiencia de modelos de integración social europeos y latinoamericanos que operen desde nuevas coordenadas (de calidad, alta diversificación y densidad conceptual) y, por otro lado, estudiar en profundidad las diversas estrategias de integración social que proponen.
La zona de mayor impacto de las migraciones internacionales se concentra en la localidad. Diríamos que indirectamente este fenómeno, la obliga a adoptar perspectivas de abordaje novedosas y contemporáneas acerca de un conglomerado cada vez más heterogéneo y que le demanda cada vez respuestas más complejas y específicas.
Al mismo tiempo la población inmigrante que habita en la comuna plantea, requiriendo con su presencia, una relación respecto al Gobierno Local. Esta relación implica la posibilidad de dialogar con actores que posee derechos y ciudadanía que deben ser reconocidas por el gobierno local.
La inmigración es, entonces, para la localidad, en primer lugar, un acontecimiento político y en segundo lugar, la necesidad de un tratamiento técnico.
Constituye un acontecimiento político en la medida que atañe administrativamente a un espacio local (Municipio), donde las decisiones acerca de él radican en los representantes electos de la ciudadanía y dónde la abstención administrativa ya constituye una forma de hacer política respecto a la población inmigrante (y que a la larga es posible que arroje más externalidades negativas al no ser tratado eficientemente en la actualidad).
Como señaláramos, el impacto de las migraciones internacionales ha recaído en la ciudad y, por lo tanto, ésta se ve obligada a asumir la gestión del proceso inmigratorio en forma activa. Esta gestión no recae únicamente en el sistema político local sin que a la política migratoria y a la política social.
Gestionar la migración internacional significa distinguirla como un fenómeno altamente complejo y que a la vez constituye y ofrece oportunidades para todos los actores involucrados. Además es asumir que es irrenunciable y que no tiene revocación posible.
Para llegar a gestionar la migración internacional no sólo es necesario tomar medidas paliativas sino, ante todo, transformarla en una posibilidad política más que en un problema y, por lo mismo, anticiparse a las dificultades políticas, económicas, sociales y culturales que pueda generar.
Este proceso debe ir de la mano de políticas migratorias nacionales claras y que tiendan, en el nivel político y administrativo a la integración social de los inmigrantes en la sociedad local de acogida.
Ambas medidas se encuentran a la base de un proceso de intervención social orientada hacia y con la población inmigrante en la localidad.
La ciudad requiere adoptar, entonces, un enfoque contemporáneo si pretende, frente al tema inmigratorio, adoptar la gestión del mismo a la vez que adquirir un estatus de ciudad de clase mundial. Para ello la inmigración se torna un dispositivo estratégico ya que incorpora una dimensión plural y abierta a las decisiones que toma el municipio sobre la población a la vez que obliga a reconocer la heterogeneidad de la población que gobierna y, por ello, a gestionar diferencias como hacen las grandes capitales del mundo.
Los modelos y estrategias aplicadas en Europa respecto a la población inmigrante muestran que si bien existen lógicas que orientan las políticas nacionales respecto a la forma de gestionar la inmigración, ello no es suficiente para llegar exitosamente a integrar a la población inmigrante.
Es así como en la actualidad las políticas inspiradas en Francia y su modelo de integración cultural, se encuentran seriamente cuestionadas a favor de las tesis defendidas por el multiculturalismo canadiense, el cosmopolitismo inglés o la interculturalidad norteamericana.
Respecto a América latina tenemos que países como Brasil y Argentina han hecho avances importantes respecto a la población inmigrante especialmente contando con el capital cultural y experiencial que significó constituirse ellas, significativamente, como naciones, a partir de poblaciones inmigrantes internacionales.
Sin perjuicio de ello y especialmente considerando el peso cultural en términos de auto representaciones de esas naciones como naciones de inmigrantes, hoy presentan a su vez graves problemas asociados a población inmigrante de naciones vecinas. Ejemplo de ello lo constituye la población boliviana que vive en Sao Pablo o la población paraguaya y boliviana en el norte de Argentina.
Este es el marco general en el que se insertan los actuales esfuerzos que llevan adelante las ciudades latinoamericanas para dar cuenta del suceso inmigratorio del que, como señaláramos anteriormente, la ciudad de Santiago de Chile, no se encuentra ajena.
Pienso que un marco general que permitiría gestionar la diversidad en la localidad debería contener algunas consideraciones derivadas del aprendizaje de la política social en los años noventa.
En primer lugar, se hace preciso articular una política local respecto al fenómeno inmigratorio que logre gestionarla tendiendo en consideración la tendencia y dinámica de los flujos de pobreza (MARQUEZ:2003; RACYNSKI:2002, 2003), es decir “considerar que las personas que suben sus ingresos a través de subsisdios no logran mantener este nivel una vez que estos se terminan o les son retirados”.
En segundo lugar proponiendo una articulación entre el nivel administrativo que gestiona la migración internacional (Ministerio del Interior a través de su Departamento de Extranjería y Migración), la política social y el nivel local.
Este esfuerzo debería ir de la mano de la articulación de las iniciativas que los propios actores buscan desarrollar en el espacio local, es decir, contar con las propuestas, motivaciones e intereses de la propia comunidad peruana en Santiago, se encuentre ésta organizada o no.
Finalmente es preciso observar el conjunto de prácticas que se llevan adelante respecto al tema en otros países que tienen el tema inmigratorio como una constante sin desviar la atención de los modelos de integración en los que se cimientan.
Modelos de integración y nivel local en experiencias internacionales
En la actualidad son concebidos y reconocidos tres grandes modelos de integración de la población migrante internacional en las sociedades de acogida: por una parte el multiculturalismo cuyo principal representante es Canadá[31], en segundo lugar, el modelo integracionista con Francia a la cabeza y el modelo intercultural desarrollado en Estados Unidos.
Cada uno de estos modelos habla y dialoga con la emergencia de mecanismos y formas en que las sociedades contemporáneas enfrentan la cuestión de cómo lograr organizar la diversidad creciente de su población por efecto de la inmigración. A su vez cada uno de estos modelos da origen a prácticas para la administración y construcción de tipos de sociedades.
Asimilacionismo: Constituye el modelo de integración mas frecuente en el mundo occidental. Describe el proceso a través del cual las personas o grupos de diverso origen, llegan a constituir un todo homogéneo. En el campo de la inmigración, se refiere a la “condición a la que se llega cuando el grupo inmigrante se incorpora de una forma tan completa a la sociedad donde vive, que su identidad se pierde”. Esto significa que la cultura mayoritaria de una determinada sociedad debe ser la predominante, la aceptada por todos. Desde esta posición, integrarse significaría renunciar a la cultura de origen y adaptarse a la cultura mayoritaria.
Para el modelo integracionista el estado nacional conserva sus valores y éste (el estado) genera estrategias de inclusión social para los migrantes internacionales desde ellos. Para este modelo las diferencias deberían llevar a la adaptación y aceptación a los valores del estado nacional. Hoy se habla del fracaso de este modelo representado porque en la práctica no solo no se produjo dicha adaptación por parte de los migrantes así como tampoco el reconocimiento pleno de los derechos de los hijos de migrantes nacidos, en este caso, en Francia.
Multiculturalismo: Esta perspectiva de integración promueve la celebración y el reconocimiento de la diferencia cultural, así como estatuye el derecho a ella. Se basa en la identificación cultural, y se estima que ésta trata de fomentar y consolidar las diferencias culturales y responde a la idea de que toda preservación de las diferencias culturales es positiva. Una postura multiculturalista radical, favorecería la noción de gueto y su fortalecimiento.
El modelo de integración multicultural parte del reconocimiento y valoración de las diferencias culturales de los distintos grupos y comunidades que componen la sociedad nacional. Por lo que la integración, como proceso, debe respetar y conservar esas diferencias. La diferencia posee un estatus igual al de los valores nacionales. En el caso canadiense diríamos que le es consustancial ya que en la raíz del estado nacional se encuentra la migración internacional de diversas comunidades. Canadá incorpora dos dimensiones a la política migratoria a nivel local: políticas y prácticas para los inmigrantes que se traducen en servicios sociales, programas de vivienda y empleo para los inmigrantes internacionales y que se diseñan y ejecutan a nivel local. Por otra parte es importante el impulso que se le brinda en ese país, a las denominadas políticas de acogida y primera asistencia que poseen el mismo carácter que las anteriores.
Interculturalidad: Este enfoque de integración busca introducir una perspectiva dinámica de la cultura y las culturas por lo que opone a una ruptura de la homogeneidad y, respetando las diferencias, se fomenta el dialogo, el contacto y el mutuo intercambio de hábitos culturales. Para el modelo intercultural la identidad es individual. Lo más común es que una misma persona pueda sentirse tributaria de identidades diversas y todas ellas juntas sirvan para construir una propia identidad individual elegida con el resultante de estas identidades individuales.
Para las dos primeras perspectivas las culturas corresponden a identidades homogéneas que el modelo procura mantener. En el caso del integracionismo, la cultura de la sociedad de acogida y en el caso del multiculturalismo las culturas que arriban a la sociedad y que constituyen al sistema cultural total.
Bibliografía
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9. Kapuscinsky risard. Viajes con Heródoto. Editorial Anagrama Barcelona España 2006.
10. Stefoni Espinoza, Inmigración peruana en Chile. Una oportunidad a la integración. Carolina, Editorial Universitaria-FLACSO. 2003.
[1] Pese a la aridez y sobriedad del lenguaje de la inmigración deseo partir señalando que me hago parte del cuestionamiento a este lenguaje toda vez que como señala Saskia Sassen : Este lenguaje construye cada vez más la inmigración como un proceso devaluado en cuanto a que describe la entrada de personas, en general desde países pobres y desaventajados, en busca de las mejores condiciones de vida que el país receptor puede ofrecer; contiene una valoración implícita del país que los recibe y una desvalorización del país de donde provienen. Y niega algunas de las connotaciones positivas históricamente asociadas con los inmigrantes (SASEN: 2006:28)
[2] La presencia constituirá para nosotros una manifestación política radical de la otredad y que subyace a la idea de proximidad (entendida esta última como manifestación de la institución y el mecanismo de proxenos Griego). El proxenos en Grecia constituyó una institución bellamente delineada por Kapuscinsky en su texto Viajes con Heródoto: “Era una especie del cónsul. Por voluntad propia o por encargo remunerado, su misión consistía en ocuparse de los viajeros llegados de aquella polis de la que él mismo era originario. Perfectamente integrado y relacionado en su nuevo lugar de residencia, se ocupaba de sus conciudadanos recién llegados ayudándole a resolver un sinfín de asuntos, proporcionándole fuentes de información y facilitándole los contactos. Era muy singular el papel del proxenos en aquel extraordinario mundo en que los dioses no sólo moraban entre los morales, sino que a menudo no se distinguían de ellos. La hospitalidad sincera era de obligado cumplimiento, pues nunca se sabía si el caminante que pedía de yantar y techo era un hombre o un dios que había adoptado la apariencia humana”. (KAPUSCINSKI RYSZARD:2007:296).
A propósito de la narración de la presencia señala Derrida en su texto Espectros de MARX lo siguiente: “Aquello a lo que hay que volver constantemente, tanto a propósito de ese texto como de cualquier otro (y seguimos conservando aquí para este valor de texto un alcance sin limite) es a una heterogeneidad irreductible, a una intraducibilidad interna, en cierto modo, que no significa necesariamente debilidad o inconsistencia teórica. El defecto de sistema no es aquí un defecto. La heterogeneidad abre a lo contrario, se deja abrir por la fractura misma de aquello que afluye, viene o queda por venir-singularmente del otro-“. (DERRIDA:1995:47)
[3] Es posible dimensionar el impacto de estos temas respecto a los debates entre comunitaristas y liberales especialmente a propósito del texto Políticas del Reconocimiento de Charles Taylor o entre la acerba disputa entre Sartori y Kimlicka a propósito del concepto de multiculturalismo y pluralismo. Sin perjuicio de ello el gran marco que posibilita y pone en circulación estas discusiones es, sin duda, el trabajo de John Rawls.
[4] En este sentido Sassen ha demostrado en sus estudios acerca de New York, Tokio y Londres que los inmigrantes se incorporan a la economía de una forma segmentada, es decir, básicamente en la economía informal que es aquella desde la que se dinamiza la economía nacional en su conjunto, la que posee menor regulación y donde es posible apreciar la vulneración reiteradas de derechos laborales y regulaciones mínimas acerca de jornadas laborales y días de descanso.
[5] El ambito relativo al discurso sobre la inmigración se halla plagado de consideraciones y consecuencias políticas. En este sentido la tendencia mundial se ha orientado a enfatizar las consideraciones y motivaciones de los propios inmigrantes que inciden en el movimiento y a obviar los análisis económicos culturalistas respecto a ella. Este movimiento analítico no hace sino reforzar la política de la frontera que busca situar la inmigración en los propios sujetos, dejar la responsabilidad y peligros en ellos y así evitar el cuestionamiento a la noción de soberanía (ya fragilizada por la propia transnacionalización)
[6] En el caso de Chile: Los inmigrantes laborales se insertan en espacios económicos con baja o nula regulación (asesoras del hogar y obreros de la construcción). Estos nichos laborales conforman parte del sentido común a la hora de identificar al inmigrante (especialmente peruano) en la localidad.
[7] A la luz de los aportes conceptuales modernos, es posible señalar que la identidad nacional puede ser concebida según Stuart Hall como un conjunto de símbolos y representaciones que cristalizan en una narración, es decir, una forma de construir sentidos que permite organizar las acciones del sujeto y las concepciones que éste tiene acerca de sí mismo. En este sentido la identidad nacional se “identifica” con un discurso acerca de sí misma en la que encuentran articulación las historias imaginadas por sus habitantes, actúa, entonces, como una fuente de significados y un foco de identificación de los sujetos respecto a ella en la narración de sí mismos hacen los sujetos. Si la identidad es una narración.
[8] En Chile la tendencia de la inmigración (fundamentalmente desde países del área andina), se viene desarrollando con fuerza sostenida desde principios de los años noventa. Esta inmigración presenta algunas características que es preciso considerar y sobre todo ponderar: se encuentra constituida por población joven, marcadamente femenina, con estudios superiores y que se concentra en aéreas urbanas (STEFONI 2002).
[9] FUENTE: DIRECON. En LA TERCERA Martes 18 de diciembre de 2007.
[10] PARRAFO 4 DE LAS PROHIBICIONES E IMPEDIMENTOS DE INGRESO. Artículo 26.- Se prohíbe el ingreso al país de los siguientes extranjeros: 1) Los que propaguen o fomenten, de palabra o por escrito o por cualquier otro medio, doctrinas que tiendan a destruir o alterar por la violencia el orden social del país o su sistema de gobierno; los que estén sindicados o tengan reputación de ser agitadores o activistas de tales doctrinas y, en general, los que ejecuten hechos que las leyes chilenas califiquen de delito contra la seguridad exterior, la soberanía nacional, la seguridad interior o el orden público del país y los que realicen actos contrarios a los intereses de Chile o constituyan un peligro para el Estado. 2) Los que se dediquen al comercio o tráfico ilícito de drogas o armas, al contrabando, a la trata de blancas y, en general, los que ejecuten actos contrarios a la moral o a las buenas costumbres. 3) Los condenados o actuales procesados por delitos comunes que la ley chilena califique de crímenes y los prófugos de la justicia por delitos no políticos. 4) Los que no tengan o no puedan ejercer profesión u oficio, o carezcan de recursos que les permitan vivir en Chile sin constituir carga social. 5) Los que sufran enfermedades respecto de las cuales la autoridad sanitaria chilena determine que constituyen causal de impedimento para ingresar al territorio nacional. 6) Los que hayan sido expulsados u obligados al abandono del país por resolución o decreto supremo, sin que previamente éstos se hayan derogado.7) Los que no cumplan con los requisitos de ingreso establecidos en el Decreto Ley N° 1.064, de 1975, sus modificaciones y las del presente Reglamento, sin perjuicio de los dispuesto en el N°4 del artículo siguiente y en los artículos 57 y 166. 8) Los que habiendo incurrido en la comisión de los delitos especificados en el inciso primero del artículo 145 y en el artículo 146 y, a su respecto, hubiesen prescrito las acciones penales o las penas correspondientes, en su caso, encontrándose fuera del territorio nacional Artículo 27.- Podrá impedirse el ingreso al territorio nacional de los siguientes extranjeros:1) Los condenados o actualmente procesados por delitos comunes que la ley chilena califique de simples delitos.2) Los que hayan salidos de Chile por disposición del Gobierno y no estén comprendidos en el apartado 6 del artículo anterior.3) Los expulsados de otro país por autoridad competente.4) Los menores de 18 años que viajen a Chile sin ser acompañados de su padre, madre o guardador y carezcan de autorización escrita de uno de ellos o del tribunal competente, debidamente refrendada por autoridad chilena.
[11] Es así como la protección social: “consiste en activar mecanismos de aseguramiento que minimicen el impacto de los eventos negativos de pérdida de ingreso familiar. La protección social es el conjunto de intervenciones públicas dirigidas a apoyar a las personas, hogares y comunidades a mejorar su manejo del riesgo, particularmente a quienes se encuentran en extrema pobreza. Enfatiza la responsabilidad pública en la provisión de seguridad de ingreso mediante una red de protección que incluye las relaciones de refuerzo mutuo con las áreas de educación y salud en torno al capital humano.” (RACZYNSKI y SERRANO 2003:17).
[12] Apuntes de Protección Social. Ministerio de Planificación. Chile. Julio 2006 Nº 1. Disponible en http://www.mideplan.cl/
[13] Este hecho se debe únicamente a que para acceder al programa no es preciso contar con permanencia definitiva como lo exige el resto de programas contenidos en la política social.
[14] En este sentido quien es el encargado político de generar vinculaciones entre ambas en el Ministerio de Hacienda.
[15] Al respecto cito un texto de MIDEPLAN: Sin embargo, este proceso (de desarrollo económico) se ha producido con desigualdades derivadas de una inequitativa distribución del ingreso que, si bien ha estado históricamente presente en la sociedad chilena, se hace más intolerable actualmente ante la vivencia de una inclusión desigual, que no se explica en función de los méritos, sino del origen socioeconómico o cultural y de la falta de oportunidades. [15] Apuntes de Protección Social. Ministerio de Planificación. Chile. Julio 2006 Nº 1. Disponible en http://www.mideplan.cl/
[16] La Ley 18.695 Orgánica Constitucional de municipalidades en su Párrafo 1º ARTICULO Nº1 establece que “Las municipalidades son corporaciones autónomas de derecho publico, con personalidad jurídica y patrimonio propio, cuya finalidad es satisfacer las necesidades de la comunidad local y asegurar su participación en el progreso económico, social y cultural de las respectivas comunas”
[17] En este sentido respecto a los inmigrantes la ciudadanía (como protección legal opera sobre el ámbito penal y laboral antes de ser constitutiva de derecho a voto, por el que deben esperar al menos cinco años los inmigrantes, es decir, una vez que cuentan con permanencia definitiva en el país. Una vez que los inmigrantes son privadas de (o dejada en suspenso), su ciudadanía legal (formal) además son despojadas de los elementos constitutivos de su ciudadanía cultural.
[18] Al respecto señalará Saussure en su curso de lingüística general: La lengua no es más que una determinada parte del lenguaje, aunque esencial. Es a la vez un producto social de la facultad del lenguaje y un conjunto de convenciones necesarias adoptadas por el cuerpo social para permitir el ejercicio de esa facultad en los individuos (SAUSSURE:1980:51)
[19] Piénsese en las facturaciones anuales de la industria de entretención norteamericana
[20] Los esquemas político-interpretativos que han abordado esta perspectiva son el colonialismo y el imperialismo (como grandes constelaciones conceptuales que se han propuesto explicar el flujo y administración del sentido en las sociedades con independencia y de la mano de una lectura acerca del territorio nacional y sus luchas interinas). Sin perjuicio de ello ambas perspectivas han adolecido de un grave carácter eurocentrista que ha limitado las visiones comprensivas acerca de las representaciones culturales de la periferia europea y norteamericana.
[21] García Canclini Néstor. La Globalización Imaginada. Editorial Paidos. 2001.Buenos Aires. Argentina. En este sentido, además, la política posee un componente cultural que se ejecuta a través de lo que Jean Baudrillard llamó la economía política del signo.
[22] En este sentido la política social ocupa un lugar privilegiado como articuladora de esta estrategia de integración institucional y simbólica de la población margizalizada. El carácter local (respecto a la insidecia de ella) habla de un posicionamiento estratégico respecto al impacto fragmentador de la globalización en las ciudades.
[23] Sassen plantea que: “Mientras el Estado continúa desempeñando el rol más importante en la formulación y la implementación de la política inmigratoria, el Estado ha sido transformado por el crecimiento del sistema económico global y otros procesos transnacionales. Se han generado condiciones que afectan el rol regulatorio y la capacidad del Estado. (2003:37)
[24] En el caso de Argentina el programa Patria Grande de regularización migratoria contó con la participación de los municipios quienes eximieron del pago de multas a muchos inmigrantes sin recursos. En chile la amnistía migratoria se dio en forma unilateral y contó con escasa participación de organizaciones de migrantes, el grueso del apoyo lo brindó la iglesia católica.
[25] En este sentido se orientan las políticas sociales en Chile a partir de la segunda mitad de los años noventa y sobre todo la creación y puesta en marcha de Chile Solidario el año 2005 y del Programa Puente el año 2002.
[26] No es posible olvidar que la mejor forma de hacer política económica consiste en hacer políticas sociales eficientes y eficaces.
[27] En Chile los inmigrantes únicamente pueden acceder al derecho a voto una vez que cuentan con una permanencia definitiva, es decir cuando llevan al menos cinco años residiendo ininterrumpidamente en el territorio nacional. En Argentina los inmigrantes pueden votar una vez que cuentan con dos años de residencia en el país (en las elecciones de alcaldes y en el caso de la Provincia de Buenos Aires hasta el nivel de gobernador). Brasil prohíbe el derecho a voto para los inmigrantes. Sin perjuicio de ello no debemos olvidar que en Chile el tema de extranjería y migración depende directamente del Ministerio del Interior por lo cual es claro que la política migratoria aún descansa sobre bases doctrinales de la seguridad interior del estado. Las políticas migratorias de Chile, Brasil y Argentina fueron dictadas mediante decretos ley y en contextos de las dictaduras militares en los años setenta.
[28] En el caso chileno la población inmigrante se concentra en la primera, segunda región (20%) y su gran mayoría (80%) en la Región Metropolitana. De la población que reside en la Región Metropolitana, son cuatro comunas las que los concentran: Santiago, Independencia, Recoleta y Estación Central por lo que no es viable hablar de un fenómeno homogéneo en términos nacionales sino como un fenómeno citadino y sobre todo que afecta a algunas comunas. FUENTE CENSO 2002.
[29] Chile Actual. Anatomía de un Mito. LOM Ediciones Santiago de Chile1994.
[30] Próximo y Prójimo constituyen variantes de una misma palabra, tomada del latín proximus “el más cercano”, “muy cercano” adjetivo superlativo correspondiente a prope, “cerca” (COROMINAS:1990:479).
[31] En Canadá las personas nacidas en otros países constituyen alrededor del 44% del total de habitantes de Toronto. INFORME DESARROLLO HUMANO 2004