Interior
Punto de convergencia, vórtice que llama y atrapa en un sentido que despliega múltiples llamadas hechas de un único sonido, piel en que se depositan caricias plurales y conjugantes. El viento, que es viento (y al unísono palabra viento) y también movimiento y sonido en desarrollo. Permanencia, único y discreto sentido de la dirección; camino, ensueño, mar que retorna y se dirige en un complemento que reduce y aumenta en una sola vía. Así hoy contemplo el flujo de mi atención/sueño, del tiempo en el que estoy depositado. Tierra y hierba fresca; reiteradamente íntimo y a la vez perplejo ante la calma que me parece circundar.

Exterior
Cadenas rocosas, las más exuberantes calidades de figuras dibujadas, trazadas en estas gigantescas moles de granito, paredes de Nada. Exuberancias abandonadas.
Superficies enigmáticas, doradas texturas: piel marina que ha quedado en tierra con una despedida como bandera. Torres vigías que aguardan al viajero. Empedernidas amantes de la distancia, de la mar, que las besa a cada segundo constante y diferente.
Castillos dotados para anunciar la imposibilidad de la batalla y el desastre del que, una y otra vez, emerge la comunidad.

Movimiento
La mar luce gris, olas ambarinas recorren la intensa oscuridad en la que parece, se ha depositado el día. El cielo sin nubes. La espuma extiende su mano salobre sobre el lecho marino en una playa de sueño; se pierde la reverberación de un rayo único que ha caído desde lo alto. ¿Promesa de lluvia?. Enigma.

La mar es justo el cabello de una mujer al viento.