¿Qué hay tras el descontento de los isleños de Rapa Nui?.
Superficialmente uno podría señalar, entre otras muchas razones, la molestia por la llegada masiva de turistas que deciden vivir en la isla. Esto último no sería raro si se considera que el flujo de turistas se triplicó durante los últimos nueve años y que, por otra parte, las autoridades no cuentan con medios como para dar cobertura a esta nueva expansión demográfica y lo que ella comporta (vivienda, suministros básicos etc). En segundo lugar se podría aducir, como lo hacen autoridades del Consejo de Ancianos de la Isla, la desagradable presencia de continentales, que es asociada al aumento de la delincuencia, trafico de drogas etc. En este nivel, diremos cualitativo, hablamos de generalidades que afectan, de una u otra manera, a otras zonas de Chile privilegiadas y dañadas simultáneamente por las actividades turísticas. Externalidades negativas asociadas al Turismo.
Sin embargo hay algo inquietante en las acciones emprendidas por los isleños (y curiosamente agravadas tras el arribo del equipo de fútbol Colo Colo y sus hinchas a la isla).
Cortar el más importante flujo de comunicación aéreo a Rapa Nui es una señal radical de descontento respecto a la conducta seguida por el “continente”, pero sobre todo denota distancia respecto al proyecto de desarrollo económico y social que representa ese continente.
Aún cuando los dirigentes del Parlamento Rapa Nui no lo dicen abiertamente, cosa que resulta sintomática pero que puede ser parte de la estrategia seguida por los isleños, es posible apreciar un deseo de independencia por parte de la isla, sino de autogobierno, que se expresaría primeramente en el establecimiento de leyes y procedimientos administrativos propios. Entre ellos, se habla de un Consejo Local de inmigración al estilo Islas Galápagos en Ecuador.
Este deseo inconfesado de independencia es lo que preocupó al Subsecretario Patricio Rosende y lo tuvo discutiendo a través de una videoconferencia con representantes del Parlamento Rapa Nui a fin de deponer las acciones de los manifestantes en el aeropuerto.
A mi juicio esta situación no se explica por la poca atención que las autoridades de gobierno le han puesto a esta zona y que se expresaría en mayor control policial o aumento o estimulo a la inversión continental. No, el problema no es cuantitativo, no es expresable en dinero. El problema es que los isleños son y se sienten diferentes a los continentales y que expresan esa diferencia cualitativamente, dicen queremos turismo, queremos ingresos, pero no queremos delincuencia, drogas y sobre todo, no queremos chilenos llegando a vivir en la isla. Queremos turismo pero no externalidades negativas.
Frente a esta diferencia, que es expresión de heterogeneidad sustantiva y relativa a un tiempo, el Estado chileno ha respondido con políticas (económicas, sociales, culturales, étnicas etc) que buscan homogeneizar a la población.
Lo más peligrosos no es ese intento independentista, sino que el gobierno no ha sido capaz ni siquiera de plantearse estas cuestiones a fondo y con la complejidad que requieren, por lo tanto, malamente podrá abordarlas con el grado de sofisticación técnica que requieren (y no me extrañaría que resolviera el Subsecretario, la situación de Isla de pascua, a la Mapuche, es decir, enviando tropas y aplicando la ley de seguridad nacional). El Subsecretario no quiere reconocer que la acción gubernamental no es inocente: No contar con una política que aborde la diferencia, es lamentablemente una forma de tenerla.
Cuando se pone en cuestión, tan evidentemente, la primacía del Estado como unidad indisoluble, el gobierno reacciona desproporcionadamente y con violencia –como lo muestra, salvando las proporciones, el caso Mapuche-, no con inteligencia. La Fuerza se termina imponiendo a la Razón y lo que es aún peor, se pierden de vista las razones que legítimamente esgrimen los participantes.
Una salida inteligente a la situación planteada por los isleños debería considerar, en profundidad, que Chile se encuentra constituido por diversas culturas y etnias, y que por lo tanto, el Estado, debería crear políticas de unidad en la diversidad, que incluyan el reconocimiento constitucional de esa diferencia y la revisión de todas las políticas públicas en vistas a corregir la lamentable falta de conceptos y principios que estén a la base de ellas y las orienten, -como diversidad y diferencia- de las que, lamentablemente hoy adolecen.
Ángel Marroquín Pinto
Superficialmente uno podría señalar, entre otras muchas razones, la molestia por la llegada masiva de turistas que deciden vivir en la isla. Esto último no sería raro si se considera que el flujo de turistas se triplicó durante los últimos nueve años y que, por otra parte, las autoridades no cuentan con medios como para dar cobertura a esta nueva expansión demográfica y lo que ella comporta (vivienda, suministros básicos etc). En segundo lugar se podría aducir, como lo hacen autoridades del Consejo de Ancianos de la Isla, la desagradable presencia de continentales, que es asociada al aumento de la delincuencia, trafico de drogas etc. En este nivel, diremos cualitativo, hablamos de generalidades que afectan, de una u otra manera, a otras zonas de Chile privilegiadas y dañadas simultáneamente por las actividades turísticas. Externalidades negativas asociadas al Turismo.
Sin embargo hay algo inquietante en las acciones emprendidas por los isleños (y curiosamente agravadas tras el arribo del equipo de fútbol Colo Colo y sus hinchas a la isla).
Cortar el más importante flujo de comunicación aéreo a Rapa Nui es una señal radical de descontento respecto a la conducta seguida por el “continente”, pero sobre todo denota distancia respecto al proyecto de desarrollo económico y social que representa ese continente.
Aún cuando los dirigentes del Parlamento Rapa Nui no lo dicen abiertamente, cosa que resulta sintomática pero que puede ser parte de la estrategia seguida por los isleños, es posible apreciar un deseo de independencia por parte de la isla, sino de autogobierno, que se expresaría primeramente en el establecimiento de leyes y procedimientos administrativos propios. Entre ellos, se habla de un Consejo Local de inmigración al estilo Islas Galápagos en Ecuador.
Este deseo inconfesado de independencia es lo que preocupó al Subsecretario Patricio Rosende y lo tuvo discutiendo a través de una videoconferencia con representantes del Parlamento Rapa Nui a fin de deponer las acciones de los manifestantes en el aeropuerto.
A mi juicio esta situación no se explica por la poca atención que las autoridades de gobierno le han puesto a esta zona y que se expresaría en mayor control policial o aumento o estimulo a la inversión continental. No, el problema no es cuantitativo, no es expresable en dinero. El problema es que los isleños son y se sienten diferentes a los continentales y que expresan esa diferencia cualitativamente, dicen queremos turismo, queremos ingresos, pero no queremos delincuencia, drogas y sobre todo, no queremos chilenos llegando a vivir en la isla. Queremos turismo pero no externalidades negativas.
Frente a esta diferencia, que es expresión de heterogeneidad sustantiva y relativa a un tiempo, el Estado chileno ha respondido con políticas (económicas, sociales, culturales, étnicas etc) que buscan homogeneizar a la población.
Lo más peligrosos no es ese intento independentista, sino que el gobierno no ha sido capaz ni siquiera de plantearse estas cuestiones a fondo y con la complejidad que requieren, por lo tanto, malamente podrá abordarlas con el grado de sofisticación técnica que requieren (y no me extrañaría que resolviera el Subsecretario, la situación de Isla de pascua, a la Mapuche, es decir, enviando tropas y aplicando la ley de seguridad nacional). El Subsecretario no quiere reconocer que la acción gubernamental no es inocente: No contar con una política que aborde la diferencia, es lamentablemente una forma de tenerla.
Cuando se pone en cuestión, tan evidentemente, la primacía del Estado como unidad indisoluble, el gobierno reacciona desproporcionadamente y con violencia –como lo muestra, salvando las proporciones, el caso Mapuche-, no con inteligencia. La Fuerza se termina imponiendo a la Razón y lo que es aún peor, se pierden de vista las razones que legítimamente esgrimen los participantes.
Una salida inteligente a la situación planteada por los isleños debería considerar, en profundidad, que Chile se encuentra constituido por diversas culturas y etnias, y que por lo tanto, el Estado, debería crear políticas de unidad en la diversidad, que incluyan el reconocimiento constitucional de esa diferencia y la revisión de todas las políticas públicas en vistas a corregir la lamentable falta de conceptos y principios que estén a la base de ellas y las orienten, -como diversidad y diferencia- de las que, lamentablemente hoy adolecen.
Ángel Marroquín Pinto
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