jueves, 6 de enero de 2011

Paradoja de Zenón aplicada a la intervención social.

Cuando se habla del impacto en la intervención social respecto a sus públicos, es común que se haga referencia a las trayectorias que hacen los sujetos respecto a líneas de avance establecidas previamente por los programas. Es así como, se dice, por ejemplo: el impacto de la intervención debe medir la trayectoria de un punto “A” a uno “B”. Lo que olvidan las personas que así se expresan, es la lógica paradojal en que suelen (des) encontrarse ambas partes.

Si traemos al caso la vieja paradoja de Zenón de Elea, -esa que se refiere a la carrera entre la tortuga y Aquiles- es posible apreciar la trayectoria (y finalmente la intervención social) de una forma distinta: Aquiles es el interventor que le da ventaja al intervenido, éste con la ventaja obtenida acaba manteniendo siempre una ventaja puesto que el espacio es, en última instancia, infinito.

¿Qué representa esa ventaja dada por el interventor a su público?.

Esa ventaja representa los hándicaps de ambos actores: por una parte del interventor respecto a su público y, por otra parte, el público respecto a la intervención ofertada. En este sentido, interventor y público dan forma a una lógica (una forma de ver, al decir de Teresa Matus), en que jamás se encuentran y, sin embargo, se complementan y corrigen.

¿Qué utilidad tiene esta anécdota?.

Tal vez solamente separar eso que parece unido: sujeto y objeto a la vez que decir: la intervención no es ni Aquiles ni la tortuga sino el movimiento infinito de la mente de quien observa esa relación.

Ángel Marroquín Pinto
Magíster en Trabajo Social
Pontificia Universidad Católica de Chile

1 comentario:

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