viernes, 18 de febrero de 2011

Acupuntura social.

Tal vez uno de los símiles más gráficos a la hora de hablar acerca de qué son los indicadores y su relación con programas sociales, sea el de la acupuntura.

La palabra ya nos da pistas: la partícula “acu” proviene del latín y quiere decir aguja, a su vez que “pungere” se refiere a punción. La acupuntura trata, entonces, de la manipulación y punción de agujas, en ciertas partes de cuerpo.

El arte de los indicadores tiene cierta familiaridad con la acupuntura.

¿En qué sentido?.

En el sentido que ambos artes se inclinan por centrar su atención en ciertas zonas específicas del cuerpo, en el caso de la acupuntura y en el programa social, en el caso de los indicadores. En ambas disciplinas su encanto y efectividad no está dado por las agujas ni la punción, sino en el arte de poner la atención (y la aguja) en el lugar apropiado.

Y es que lograr fijar la atención en cierto componente, que puede aparecer como marginal a primera vista, es esencial a la hora de generar una línea de base para un programa social. Lograr fijar la atención, cuando el programa se encuentra siendo implementado, es decir, en movimiento, es aún más difícil.

Esta última tarea requiere destreza conceptual a la vez que un trabajo operativo, dos destrezas que no suelen presentarse juntas en los policy managers que, tienen a dejar estas funciones en personas externas a la intervención, lo que acarrea beneficios y costos.
Es por ello que, cuando se piensa en el establecimiento de indicadores (agujas) es preciso, en primer lugar seleccionar las agujas, es decir, trabajar conceptualmente sobre el programa para, paulatinamente, determinar las correspondencias y relaciones entre conceptos y resultados y productos generados por el programa.

Si pretendemos observar la efectividad del programa en su ámbito de intervención social, en primer lugar deberíamos observar los enfoques de intervención subyacentes para luego contrastarlos con los mecanismos de egreso y establecer comparaciones entre los efectos producidos y los esperados por el programa. En este sentido no es lo mismo un programa que trabaja con y desde la evidencia que uno que se plantea reducir la complejidad desde la relación sistema/entorno. Ambos serán capaces de generar productos distintos, enriqueciendo, de paso, la abigarrada e inespecífica proliferación de intervenciones sociales inespecíficas, cuando no abierta y tristemente bizarras.

Acupuntura e intervención social tienen, a mi juicio, otra similitud. Y es que ambas se proponen arribar a un estado superior de sanidad, en el caso de la acupuntura a la salud integral de las personas, en el caso de la intervención social, arribar a la calidad en el proceso de toma de decisiones.

Ángel Marroquín Pinto
Magíster en Trabajo Social
Pontifica Universidad Católica de Chile

No hay comentarios.: